Por: José Cruz Delgado

Carta póstuma

Cuando leas estas líneas ya no estaré contigo físicamente, habré emprendido un viaje sin retorno, sin saber a dónde, Dios me ha llamado, pero estaré siempre contigo y desde el lugar que me encuentre oraré por ti, por tu felicidad.

No es un adiós, sino un hasta pronto porque llegará el día en que nos encontremos de nuevo y para siempre.

Quizá no fui el padre que quisiste que fuera, y como ser humano tuve mis errores y mis aciertos, pero siempre traté de darte lo mejor, de hacerte una persona de bien y eso me hace inmensamente feliz, porque lo eres, y de eso me siento orgulloso.

Me comporté contigo como un amigo, más que como padre, gracias por darme tu amistad y confianza, por tu amor y comprensión y por apoyarme en los momentos difíciles como hijo(a).

Desde que naciste me sentí orgulloso de ti, me llenaste de bendiciones, en tu niñez, adolescencia, juventud y en la era adulta fuiste mi mayor orgullo y te enseñé lo que creí que era lo mejor. Si fallé, te pido perdón.

Viví la vida a mi manera, con altas y bajas, pero nunca me rendí, comprendí que puedes lograr todo lo que quieras en esta vida, con honestidad y comprensión y de lo único que me arrepiento es no haberte dado más.

Sé honesto, ayuda a los demás sin condición alguna, no esperes recompensa, esa te la dará Dios.

No derrames lágrimas por mi partida porque lloraré contigo, al contrario, sé feliz porque me habré ido a un lugar mejor, el que Dios me haya escogido, donde reina la felicidad y quizá alguna vez ahí nos encontremos y será para siempre.

No creo que mi vida haya sido un fracaso, si bien es cierto que sufrí penalidades, también es cierto que viví momentos de felicidad, desde que estabas en el vientre de tu madre hasta que viniste a este mundo, verte crecer, jugar y reír fue la mayor recompensa que Dios me haya dado en vida.

Cuando casi derrotado estaba, hubo personas lindas que se desprendieron de algo para darme, me dieron pan, cobijo, vestido y amistad, a ellas Dios las bendiga.

A quienes me ofendieron y agredieron las he perdonado, y a las que ofendí y agredí les pido perdón.

Me fui, pero recuerda que donde quiera que esté velaré por ti. De mis enseñanzas toma lo mejor, desecha lo malo, aprende de mis errores para que no los cometas y tengas una vida plena y feliz.

Recuerda:  no es un adiós, sino un hasta pronto y recibe mis bendiciones y todo mi amor.