Escribe: Javier Lozano

Ante la contingencia de acciones que son reproducidas por el simplismo enraizado de una ideología que se definen bajo la concepción de la derecha ultraconservadora, se han producido un bombardeo mediático propiciado por la relación beligerante de un conservadurismo y, el efecto que promovió el recambio por la lucha y resistencia social que canalizo Morena. Dos polos completamente opuestos que están constituidos por un conjunto de ideas y prioridades políticas, económicas y sociales totalmente distintas; para el PAN en la actualidad, algunas propuestas y modificaciones al marco Constitucional, propicia la oportunidad a recurrir al desencuentro y desconexión por el esquema que ha erradicado aquel relato irracional en el que vivían cotidianamente un grupo opulento que se regocijaba en una aristocracia llena de abundancia y privilegios. Asimismo, en leyes que beneficiaban la ola neoliberal que fue apropiándose de las riquezas del territorio Nacional.

Como se ha observado a partir de que el nuevo gobierno entre en vigencias, la oposición que predomina en el panismo, es la que arrecia el ataque verbal en actos que aumentan el grado disparatado de acciones que se sustentan en la fabricación y la mentira; su comparsa o séquito del PRD, es un partido satélite: que se alinea por motivos de sobrevivencia, a la dirección de una convergencia a través de la poligamia política dictaminada por la coalición que han formado desde los diferentes climas legislativos.

Ciertamente a partir de que inicio el primer año legislativo PAN, PRI, PRD han concebido una pugna abierta por el esquema reformador que es hilado y comenzado en Palacio Nacional por el presidente y, el trabajo paralelo desde el Congreso y el Senado. A pesar de que se han insertado algunos recambios, el ambiente político se ha ido agudizando incluso, hasta llegar a la relación friccionada que se ha hecho evidente por más de una ocasión, por temas que dividen como el que ahora debaten para la reducción al 50% de las prerrogativas a los partidos políticos, que gastaban y se endeudaban a mansalva.

Como ha señalado el mandatario y varios especialistas: desafortunadamente somos parte del legado que se instaló bajo el clientelismo, la corrupción y los malos manejos institucionales; eso evidentemente se convirtió en un gran problema para la política del presidente Andrés Manuel López Obrador. En lugar de contribuir en mejorar esa podredumbre enraizada, el PAN encuentra el escenario perfecto a fin de atizar fuertemente los distintos instrumentos, así como, los diferentes actores que integran el Antilopezobradorismo a disputarle el control y el impacto que arrastra el jefe del ejecutivo.

Eso permite comprender y distinguir que la intensidad con la que han decidido emprender según un contrapeso, será el discurso como el recurso y la dinámica que puedan concebir a tratar de dividir y polarizar la gobernabilidad. No importa si se tiene que asociar aún pragmatismo, o en aras de construir un nuevo bloque para instrumentar y provocar un impulso necesario a fin de regresar a generar condiciones necesarias a competir en el 2021.

Es naturalmente injusto y provoca indignación apreciar tantas acciones que laceran la vida democrática de nuestro país. Sin embargo, no debe ser la expresión perfecta a apropiarse de un lenguaje que valla permeando en la sociedad con la finalidad de transitar en ese distanciamiento que es matizado por gran parte de los sectores, quienes aún muestran su rechazo o simplemente

no simpatizan en el amparo del PAN: partido que pretende conquistar el poder a partir de la narrativa soez que manifiestan incluso en la fabricación, la mentira y la desgracia.

Ahora, a toda costa pretenden buscar directrices que desplieguen abrumadoras cooperaciones de distintos países, que prácticamente estarían socavando el equilibrio del presidente, quien de verdad realmente se vería rebasado por las políticas internacionales de otros territorios; a lo largo del tiempo, hemos constatado que la autonomía de diferentes naciones, se ha visto mermada cuando recurrentemente Estados Unidos, asoma las narices para someter o manejar la toma de decisiones. Eso es precisamente lo que busca el PAN, orillar a que López Obrador sucumba ante las presiones del país norteamericano, a confundir a la sociedad de que la gobernabilidad esta derrotada y vencida.

Aunque en algunos casos evidentemente hay una relación inherente por términos y actividad comercial, la soberanía de un país, no debe entregarse a rajatabla porque históricamente hemos tenido malas experiencias en el auspicio que han perpetrado a maniobrar a través de los órganos internacionales. Ciertamente hay minas profundas que el mismo jefe de Estado innegablemente ha considerado, sin embargo, esto no puede ser el parteaguas a fin de arrodillar al presidente a claudicar y, poder atarlo al territorio vecino. Para USA no existen amigos ni aleados, simplemente intereses económicos que sirvan a beneficio del Tío Sam.

La capacidad de convocatoria que tiene la oposición es limitada; entonces, buscan un clima y una constelación para ir reforzando la estrategia de desprestigio a la imagen de Andrés Manuel. De forma temporal, lo hacen desacreditando y, mostrando pleitesía a todo aquello que contraponga la democracia. Lo han hecho en Venezuela, pero no lo hicieron en Chile ni en Bolivia; realizaron un disparate reconociendo a Juan Guaidó como jefe del ejecutivo; y pretenden urdir postrarse al presidente con Estados Unidos. Resulta que el PAN es defensor de la pluralidad cuando perpetro la imposición de políticas que laceraban al país; asimismo, en el momento fue arquitecto de fraudes y cochineros que marcarían a esa derecha opositora, como el simplismo continuista del esquema Neoliberal y corrupto.