Por: Javier Lozano
“Me dan mucha pena los Mexicanos”
Esta es la narrativa de una imagen que ingreso al poder mediante un clima consumado por el golpe de Estado, que jurídicamente y constitucionalmente, está usurpando las funciones de la figura presidencial bajo el protectorado de Estados Unidos, que evidentemente: fue parte medular de la operación para tumbar a Evo Morales.
No hace falta elaborar una interpretación minuciosa, lo que actualmente vive Bolivia, es el sometimiento de un orden perpetrado por el yugo de las fuerzas militares, que asilaron y neutralizaron a una sociedad doblegada por la estampida que fue producida en las calles y, que en términos políticos: constituye una violación a la soberanía Nacional.
Jeanine Áñez se autodenomino presidenta de Bolivia, en medio de un clima ensombrecido que fue restrictivo e incluso, favorecida por los mandos militares que fueron pieza clave a fin promulgar el estallido sociopolítico, producto evidentemente de un golpe de represión aplastante; pero la polémica se agudizo cuando: naturalmente Áñez recibe el respaldo de una de las principales potencias mundiales como Estados Unidos, para validarse en una ilegitimidad que rompe con el esquema democrático y soberano del país Sudamericano. Ahora será predecible que Jeanine se convierta en presidenta de la República de Bolivia, luego de que se someta y se abra un proceso de votación popular, porque las condiciones sociales juegan en su favor.
La (OEA) pondera que para legitimar el proceso, se deben convocar a elecciones donde seguramente Áñez con el apoyo del aparato gubernamental a su favor, las fuerzas militares subyugadas y a disposición a fin de reprimir la voluntad, la usurpadora del poder se convertirá ante los ojos de todos, en el la imagen regulada por la previsible protección del territorio norteamericano, que manejara la envestidura presidencial basándose en los intereses internacionales.
Iniciará un nuevo periodo neoliberal en Bolivia, bajo el yugo dominante de un régimen que pretenderá imponer su política expansiva, social, económica y cultural. Los mecanismos de participación política y, las supuestas irregularidades en la reelección de Evo, fueron el blanco perfecto para consumar a rajatabla, la forma más irracional de la derecha para apropiarse del poder: someter al pueblo aplastado por el uso de las armas y la fuerza.
México y Evo
El derecho de asilo político que está establecido en un marco constitucional, desato enseguida toda la rabia de la derecha reaccionaria, cuya imagen más evidente es Acción Nacional: un partido que históricamente tiene una sobredosis elevada de narcisismo y egocentrismo, asimismo, una inclinación clasista desde su gestación.
Recuerdo las lecturas de La Raíz Nazi del PAN de Rafael Barajas, así como el Yunque del autor Álvaro Delgado. Desde mi juventud tuve conocimiento que el panismo era ese bloque elitista que abrazaba las causas sociales, para difundir un programa que oxigenara bajo el pensamiento político disidente y, un planteamiento de libertad ciudadana de las buenas costumbres, cuyo fin era
modernizar, innovar, e integrar una nueva ruta sometido por un sistema económico distinto; sin embargo, la semejanza que adoptaron del viejo régimen, rápidamente me hicieron repensar-que se trata de continuismo de aquel aparato falaz, soez, clientelar, fraudulento y peyorativo.
Quizá mi perspectiva cambio sustancialmente cuando incursiona la narrativa que identificaba a un panismo clasista, racista, elitista, y en varios casos incluso bajo un envanecimiento de esa clase potentada y de buenos principios que trata de simular; empero, su ideología está llena de un ensombrecido proceso: en primera siempre han sido beligerantes a las corrientes sociales de izquierda; fueron algunos de hecho, partidarios de una ola antisemita que plasmaba el odio desmedido por una clase social que estaba sometida por el yugo de la Alemania Nazi; ahora, no me causa ni el más mínimo estupor, que se rechace la estadía de Evo Morales en Nuestro país. El pretexto perfecto es atizar que en Bolivia se vivía una dictadura, a pesar de ello, sus matices carecen para crear y fortalecer un contrapeso que realmente proponga una maniobra verdadera de fraternidad con las causas que evidentemente representan una ignominia para la sociedad; en Bolivia se disminuyó la desigualdad y la pobreza de las comunidades indígenas que estuvieron al margen durante décadas. Aunque parezca contradictorio, al PAN no le interesa eso; acción Nacional ha empobrecido esa visión de Gómez Morín, y se ha convertido en un pragmático instituto al que solo le importa el poder como mecanismo neoliberal.
El PAN ha sido incapaz ya de mostrar una sensibilidad; se oponen a todas las políticas, desplegando una irritación y una rabia que hasta cierto punto refleja la actual decadencia que posee en manos de un rostro al que no le interesa en lo más mínimo la democracia. Marko Cortés no solo llevara a él PAN a un descenso sustancial en 2021, sino, es la regresión que muestra nítidamente una lucha de clases que se torna cada vez desplegada a la segregación basada en la descalificación de una corriente que ofrece una ideología ultraconservadora.
En resumen el contrapeso que ofrece el PAN, no ha sido sólido, ni lo será porque está en manos de un personaje falaz y espurio, que solo pretende golpear al gobierno, polarizando sus políticas utilizando el motor antisocial para pulverizar el esquema de la 4T. Evidentemente el peso que tiene Marko Cortés es sombrío, débil, sin elocuencia, irresponsable, mentiroso, fabricador e insensible ante la desgracia que viven otros países como Chile y Bolivia. Eso demuestra la raíz de una posición controlada por el impulso neoliberal y clasista.
Notas finales: el autonombramiento ilegitimo de Jeanine Áñez produce más una exacerbación que “pena”; una envestidura presidencial bajo el sometimiento de un pueblo bañado de sangre: es insensible, inhumano e irracional. Eso es ahora Bolivia, un país Sudamericano que será dominado por los intereses internacionales. Respaldo la narrativa del presidente en no reconocer a una usurpadora del poder, que alcanzo el poder por una ola de militarización y la irrupción de los poderes que se infiltraron para golpear al pueblo.