LA COSTUMBRE DEL PODER: ¿Badiraguato sí, templo del Sagrado Corazón no? ¿Están correctamente medidas las consecuencias de la elección?

Por Gregorio Ortega Molina

*Decidió dar la espalda a lo ocurrido en la sierra Tarahumara, a la ceremonia religiosa en el templo del Sagrado Corazón, porque no quiso escuchar el reclamo de la razón y de -quizá- la mayoría de sus gobernados

*¿Qué lecturas hace la oposición sobre este resultado electoral? ¿Dante tendrá presentes las lecciones de su mentor político? ¿Pensará en México o en su propio beneficio, como Epigmenio Ibarra?

Azora la manera de proceder del magnánimo líder de la 4T. Ahí está en unas imágenes, en otras decidió no aparecer. Sus empatías están definidas, por eso es el gran líder de la confrontación, cree que es necesario desaparecer de la faz de la república a los que no son como ellos, a los que no cabemos en su concepto de nación.

Poco le importa conculcar la ley, pasar por encima de su mandato constitucional, sabe lo que quiere, y ¿a quién le importa que México salpique sangre? Por ello, sin recato alguno, saluda con caballerosidad a Consuelo Loera Guzmán, como si quisiera indicarle que no hay fijón, que la norma legal y el poder cierran los ojos para que ella no tenga problema; en cambio, decidió dar la espalda a lo ocurrido en la sierra Tarahumara, a la ceremonia religiosa en el templo del Sagrado Corazón, porque no quiso escuchar el reclamo de la razón y de -quizá- la mayoría de sus gobernados. ¡Vaya chinga! Y lo que falta.

No fueron dos jesuitas y un guía de turistas los sacrificados. Es lo que significó la desaparición momentánea de sus cuerpos después de la ejecución. De no ser por la atención mundial, impunidad y complicidades hubieran triunfado, como en otros miles de casos.

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Es momento de reflexionar con serenidad y sin pasiones encendidas, sobre el resultado electoral del último cinco de junio. ¿Se asentó en la república MORENA? ¿Está liquidada la oposición? ¿Es correcta la decisión de Dante Delgado? Con un promedio de 50 por ciento de abstencionismo, es necesario suponer que para 2024 las decisiones del electorado serán distintas.

Leo que la gran afluencia de votantes a favor del tío Andrés Manuel es de electores de la tercera edad. Beneficiarios iniciales de la tarjeta de bienestar desde que gobernó la Ciudad de México, parecen no haber considerado la desarticulación provocada del sistema de salud del Estado, y con certeza los efectos de la inflación y la consecuente carestía, todavía no se sienten en sus mesas.

¿Por qué los jóvenes acudieron en menor porcentaje, o de plano decidieron mostrar su desinterés, su desencanto, o el crecimiento de sus carencias al decidirse a no votar? ¿Es, la abstención, un voto de castigo? ¿Qué puede hacer la oposición para hacerse con ese segmento de la población, que decidió no mostrar sus preferencias electorales?

Veamos por entidad federativa: Oaxaca, 62 por ciento de abstencionismo; Quintana Roo 59 por ciento; Aguascalientes 54 por ciento; Hidalgo 52 por ciento; Durango 49 por ciento, y Tamaulipas 46 por ciento. El desaire a las propuestas de los candidatos no fue menor, como tampoco es despreciable lo que piensan del gobierno federal, porque esta elección del 5 de junio fue encabezada por la imagen y las mañaneras del presidente de la República.

En ese aspecto la elección es limpia, pero nada pude decirse de la incidencia del dinero negro en alguna o todas las entidades federativas donde se eligieron gobernadores y presidentes municipales. ¿En serio -al margan de antagonismos gratuitos y confrontaciones falsas-, pueden los barones de la droga incidir en el ámbito electoral?

También aparecieron lo que pueden considerarse símbolos o mensajes cifrados, como la gira del presidente de México por la zona del triángulo dorado, y esa declaración suya sobre la humanidad de esos cruentos delincuentes. Ni quien se refiera a la calidad humana de las víctimas, de los desaparecidos, de los desplazados que promueven una intensa migración interna.

¿Qué lecturas hace la oposición sobre este resultado electoral? ¿Dante tendrá presentes las lecciones de su mentor político? ¿Pensará en México o en su propio beneficio, como Epigmenio Ibarra?