Palabras Más / Los repudiados
Antes de reaccionar, piensa.
Antes de gastar, gana.
Antes de criticar, espera.
Antes de abandonar, inténtalo.
Ernest Hemingway
Por Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Aquí se lo he dicho en varias ocasiones, la polaridad en la que nos hemos metido viene desde la elección del 2006 cuando López Obrador se dijo robado por la mafia del poder y el entonces Instituto Federal Electoral que no quiso contar “voto por voto”, aunque el marco normativo no lo permitía y obviamente Felipe Calderón se negó junto con panistas y los otros partidos que le levantaron la mano. Pero en el caso de López Obrador y los suyos nunca presentaron evidencia contundente de aquel supuesto fraude, no lo ganaron con la razón del derecho y tomaron las calles para después construirse una faramalla llamada presidencia legítima.
Como bien dice López, el pueblo mexicano está muy despierto, pero no hay que confundirse porque no son estos los que despertaron a la población, ese es otro cuento de la 4T, eso se gestó muchos años atrás con movimientos como el de los estudiantes de 1968 y 1971, las campañas políticas con candidatos únicos y la de 1988 con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezando un gran frente hasta la caída del sistema por Manuel Bartlett hoy protegido del tabasqueño, los que hoy son gobierno también abonaron a las libertades que hoy quisieran coartar.
Para el final del año 2000 y con Vicente Fox en la presidencia lo vimos recluirse en Los Pinos, ya no salía y enfrentaba a los ciudadanos, mucho tiempo gozó del cariño popular pero su falta de resultados, su intromisión en el proceso electoral y el desafuero de López Obrador como jefe de Gobierno lo llevaron al aislamiento, terminando su sexenio se fue corriendo a Guanajuato a su rancho, pero varias veces fue increpado por aquellos ciudadanos a los que les falló, claro que ahí estuvo el Pejelagarto para darle una ayudadita, así perdió todo su capital político y de la gloria se fue a los infiernos arrastrando la dignidad.
Algo parecido le sucedió a Felipe Calderón Hinojosa, que como ya he dicho por la sospecha de fraude y la guerra declarada al narcotráfico dejó una estela de muerte, desplazados, injusticias y una larga lista de desgracias que persisten hasta nuestros días. Cuando era mandatario lo increparon varias veces, hasta asesino le gritaron, claro que con toda la protección del Estado los enfrentaba y les contestaba, pero cuando en 2012 dejó la presidencia se fue unos años del país, sabía que era plenamente repudiado por un gran sector hasta de su partido.
Peña corrió con una suerte similar, la violencia no bajó y su administración se volvió la más corrupta de la historia (claro que este sexenio todavía no concluye), brotaban escándalos sobre escándalos, la “casa blanca” de la exesposa del presidente, las construcciones y el socavón en Morelos de SCT, “la estafa maestra”, Odebrecht, excesos y más excesos de un personaje frívolo, poco empático y vacío que ni siquiera concluyó su administración, López Obrador comenzó a ejercer el poder el día después de su triunfo. Peña Nieto no puede pararse en un restaurante mexicano, no saldría a caminar en una plaza pública por eso se exilió al estilo de Carlos Salinas de Gortari, eso sí bajo el manto protector del actual presidente que no quiso ir por ellos y hasta se inventó una consulta ciudadana para lavarse las manos y dejar la decisión en el pueblo sabio.
En los últimos años el repudio ha llegado a personajes como Cuauhtémoc Cárdenas que lo sacaron de una protesta, Diego Fernández de Cevallos en un restaurante y recientemente a “Alito” Moreno.
Aunque hoy López Obrador sigue con una alta popularidad y que conste que eso no califica eficiencia, sus 30 millones de votantes se han ido diluyendo, ya lo increpan en los aviones, en las redes sociales y en las pocas giras a las que acude, de aquel gran líder que movía multitudes hoy vive encerrado en Palacio Nacional construyendo narrativas optimistas pero huecas.
La marcha del pasado domingo, seguro le dolió en su enfermizo culto a la personalidad, pero es el escenario que le gusta para seguir martirizando, el contexto perfecto para jugar al redentor mesiánico condenado por los fariseos, para decirse el más atacado después de Madero, pero insisto, hay que tener cuidado con los violentos y los intolerantes que hay en ambos lados, se está jugando con fuego… pero mejor ahí la dejamos.