Morelia, Michoacán, a 22 de abril de 2020.- “Acudir al CJIM ha sido una decisión correcta; sigo adelante, soy fuerte; la vida es dada específicamente a cada persona y no debemos tomar ventaja de ello; soy una sobreviviente pero ahora, quiero que mi historia se escuche…”

Muna es una mujer de 36 años de edad que decidió enfrentar todos sus problemas y dejar todo atrás, incluso un país; poner punto y aparte en su vida y comenzar un episodio nuevo era la meta, el Centro de Justicia Integral para las Mujeres (CJIM), de la Fiscalía General del Estado de Michoacán (FGE), fue clave para lograrlo.

En los últimos años, a través CJIM cientos de mujeres han logrado dar un cambio a su vida; han pasado de sufrir violencia en todas sus formas, a ser completamente independientes, recuperando su confianza y reforzando el significado de ser una mujer, hoy, Muna se suma a esta lista, una que poco a poco va creciendo gracias al esfuerzo de muchas personas y a la valentía de las mujeres.

Por los años noventa, cuando Muna era apenas una niña, salió de su ciudad natal ubicada en un país del Medio Oriente. Con solo 7 años de vida, ya había visto y experimentado en carne propia la desigualdad y la violencia contra ella, su madre y sus hermanas, solo por ser mujeres.

Por esta razón escapó con su familia de los problemas de la guerra, y de su padre, cruzaron Irak, Siria y Turquía, caminaron por días, se refugiaron y comieron donde pudieron. A más de 20 años, esos recuerdos, aunque todavía golpean, son solo eso.

Luego de viajar de un lugar a otro y de un país a otro, buscando el mejor sitio para rehacer su vida, Muna llegó a Estados Unidos, para ese momento ya tenía varios objetivos en mente, entre ellos, ser feliz, trabajar en su pasión, artista pintora, y si las circunstancias lo permitían, encontrar el amor.

En Estados Unidos, Muna conoció a un hombre con quien se casó y después de un tiempo procrearon un niña, lo que nunca se imaginó es que ese capítulo de su vida, en el cual todo se mantenía en un perfecto equilibrio, se convertiría en uno en el cual la violencia sería el principal escenario.

Después de radicar por un tiempo en ese país, Muna, su esposo y su hijo viajaron a Michoacán, al municipio de Pátzcuaro, de donde él es originario, aquí, ella buscaría compartir sus conocimientos como maestra, llevar una vida feliz con la familia que ella siempre había querido y encontrar la paz que durante años buscó.

Sin embargo, la vida fue cambiando, lo que antes era tranquilidad, se convirtió en agresiones físicas y violencia de todo tipo, amenazas e incertidumbre.

“Todas las personas tenemos una historia, en la mía, nunca pensé ni esperaba que el principal aspecto fuera la violencia, darle toda la confianza a una persona y que al final se convierta en todo lo contrario”, así describe ella los momentos de violencia que vivió.

Pasaron 8 años durante los cuales, Muna, tras vivir esos episodios de violencia, un día, se armó de valor y decidió buscar ayuda, ya nada había que perder, pues nunca creyó que a pesar de sufrir todo tipo de agresiones, podría hacer algo en contra de su esposo.

Por segunda vez huyó de casa, y una vez más era para buscar ayuda como hacía años, solo que ahora no escapaba de un conflicto en un país, sino de una guerra en casa, con su pareja y para salvar su vida y la de su hija.

“Por qué no puedes vivir en una relación violenta, no vives en absoluto, o te sales o te quedas, y si te quedas ya sabes cuales son las consecuencias, piensas en el suicidio, piensas que éste mundo no tiene nada para ti”, menciona, Muna.

Fue así que de cruzar países en busca de ayuda, esta vez la misión era tocar puertas, primero la de algunos vecinos hasta llegar a las del CJIM.

“Cuando llegamos, no tenía idea que hacer, pasaban muchas cosas por mi cabeza, me decía a mí misma que regresara con él, pero por fortuna me convencí de continuar, de luchar por mi vida, por mi hija, ya no podía regresar con un hombre violento que me había hecho cosas terribles” dice Muna, quien, después de haber sido atendida en el CJIM, su perspectiva de vida ha cambiado, ahora su meta es dejar atrás los malos ratos que vivió para concentrarse en lo que de verdad importa, su bienestar y la de su hija.

“Yo creo que debe de haber más organizaciones así como el CJIM, no en un solo lugar, sino uno en cada rincón, porque la violencia contra las mujeres pasa todos los días y lo justo es que todas las personas podamos vivir en paz”.

Dicen que el amor puede vencer cualquier obstáculo, que puede hacer que las personas aguanten toda clase de tratos, que por amor puedes cruzar los caminos más espinosos o desérticos, la historia de Muna, como la de muchas otras mujeres es quizá una prueba de que es verdad, pero también el claro ejemplo de que la violencia duele en cualquier parte del cuerpo y del mundo, y debe ser detenida.

“Sí, viví una relación violenta, fue una batalla, soy una sobreviviente pero ahora, quiero que mi historia se escuche…”