Morelia, Mich., a 1 de Diciembre de 2019
ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA Y DE PAZ
Con mucha esperanza, los católicos hoy iniciamos el Tiempo de Adviento, que
nos prepara para celebrar en la Navidad, la venida del Mesías entre nosotros. Ya
desde el Antiguo Testamento, los profetas anunciaban la llegada del Mesías que
eliminaría la situación de postración y humillación en que se encontraba el pueblo de
Israel. Jesucristo, el Emmanuel, el Dios con nosotros, hace realidad este anuncio.
Jesucristo es el Mesías que nos anuncia un nuevo tiempo, una nueva realidad, una
nueva vida. Pero pudiéramos preguntarnos ¿cómo vivir este tiempo de esperanza en
medio de tantas crisis, problemas y situaciones que nos llevan a perder la paz y la
esperanza? ¿Cuál es nuestra misión en este contexto? ¿Qué nos toca hacer?
Durante el Adviento se nos abre la gran oportunidad de orar y alentar la
esperanza en nuestros corazones, en las personas y en las comunidades afectadas
por diferentes problemas y circunstancias. Es fundamental implementar en las
personas el encuentro con Jesucristo. En Él, los cristianos fundamos nuestra
esperanza. Porque creemos en un Dios que vive y camina con nosotros. Creemos en
un Dios que no nos abandona, que camina con nosotros y ha vencido el pecado y la
muerte. Cuando una persona se encuentra con Jesucristo, con su amor y
misericordia, se abre nuevamente al horizonte de la esperanza. Ahora bien, este
encuentro con Jesucristo no se da en cosas espectaculares, grandes o misteriosas.
Nos encontramos con el misterio de Dios ahí en lo ordinario, en lo sencillo y pequeño.
Por ejemplo, en el servicio, en los pobres, en el silencio, en la oración, en la escucha
de la Palabra, en la atención a las víctimas de las violencias y en los que sufren.
Tenemos la gran oportunidad de ayudar a las personas a ser conscientes de
que todos somos parte de la solución de los problemas. En este sentido, hay que
preguntarnos qué hemos dejado de hacer o no hemos hecho bien para que nos
encontremos así. Pero también, ayudemos a descubrir las fuerzas, las
potencialidades y capacidades en nosotros mismos, que son factor determinante para
resolver nuestros males. No olvidemos la importancia de participar en la organización
y planeación de iniciativas de solución y diálogo. La indiferencia, el aislamiento y el
individualismo no abonan a la paz. En cambio, crear plataformas de colaboración
alienta la esperanza de un mundo y una situación mejor.
Invito a todos, a asumir como prioridad en este tiempo del Adviento la
animación de la esperanza. Fortalezcamos capacidades en este sentido. Dejemos
despertar la creatividad. Hagamos el esfuerzo por estar cerca de la gente,
escucharlos, acogerlos y alentar en ellos la esperanza.
+ Víctor A. Aguilar Ledesma
Obispo Auxiliar de Morelia