LA PATRIA DE CARRILLO PUERTO (II)
Por Antonio TENORIO ADAME
Una de las razones de declarar este Año de Felipe Carrillo Puerto es porque constituye el vértice, donde confluyen todas las aristas de lo mejor de la Revolución Mexicana. Sin embargo, por lo común, se le ubica sólo como una expresión local del nacionalismo yucateco, aunque no menor, siempre es mejor dimensionar su perspectiva histórica.
Muchas son las conjeturas, pendientes de ser resueltas para explicar el lugar que ocupa Carrillo Puerto en el corazón de los patriotas.
El derecho de las minorías.
Fue un hombre multifacético; desde muy joven, las circunstancias de la vida lo llevaron a dedicarse a diversos oficios; fue carpintero, agricultor, ferrocarrilero, músico, carretero, carnicero, periodista, agrarista revolucionario con Emiliano Zapata, Diputado Federal y Gobernador.
Su movilidad social lo llevó a visitar dos veces los Estados Unidos, donde amplió su visión universal con personalidades del campo socialista, así como la conexión epistolar que mantuvo con pensadores latinoamericanos, como: Jose Ingenieros y Alfredo Palacios; se afirma que tuvo una visión del socialismo prematura a la de Carlos Mariátegui.
Venció todas las fracturas de la guerra civil; salio del naufragio de la vorágine revolucionaria, hasta que los hacendados de henequén pagaron a sus verdugos.
El relato biográfico de Carrillo Puerto es un poliedro refulgente que aún no acaba de pulirse, por tanto, mantiene sin mostrar aún la intensidad de sus brillos, como ocurre con su capacidad militar al obtener en la lucha del zapatismo el grado de coronel, y su valor de combate ante el acoso amenazado de muerte, o, bien, en la reflexión interna sobre el futuro, al escribir “El nuevo Yucatán”, un admirable texto de compromiso considerado como testamento de lo que se esperaba en la siguiente etapa histórica, donde se agotaban las injusticias.
En dicho testamento/promesa que escribiera el “agrarista de Motul” se descubre el vínculo entre: Yucatán y Morelos, un modelo similar de explotación basado entre las plantaciones de caña de azúcar y el henequén, cuyo confluencia es el despojo en la conquista de tierras a los pueblos y la infamia de someter a los hombres a la esclavitud.
Por otra parte, es suficiente con recorrer las líneas del documento histórico que nos confiere su alucinante profecía: ”El nuevo Yucatán”; artículo póstumo publicado en la revista socialista, The Survey de NY, para percatarnos de su comprensión penetrante de la historia, al decirnos textual:
“El indio maya conquistado pasó a ser un esclavo. Por cuatrocientos años no fue dueño del suelo que cultivaba, de los frutos que cosechaba. Fue sometido a la humillación, al abuso físico, a los malos tratos y a la pesada carga de proporcionar a otros, bienestar y comodidades. Cuando el conquistador despojó al indio de sus tierras automáticamente quitó su libertad. En un país agrícola tierra y libertad, son sinónimos. Esto explica nuestro lema revolucionario: “Tierra y Libertad”. Además señala “que para erradicar la economía de plantación esclavista de las haciendas henequeneras, era preciso repartir las tierras, “no a los individuos, sino a las comunidades con un gran sentido de responsabilidad de grupo”.
El discurso de las mayorías.
El socialismo yucateco se basaba en el reformismo agrario como un eco resonante del Plan de Ayala, en una nueva red de organización (Rafael Rojas, La Razón) en las ligas socialistas del Sureste cuyos acuerdos de asamblea regulaban políticas educativas, sanitarias, culturales y deportivas impulsadas por el gobierno. Combinaba los acentos culturales mayas con los acentos culturales cosmopolitas, principalmente de Estados Unidos, el jazz, el foxtrot, el beísbol, y el box.
Carrillo Puerto muestra el destello de su grandeza cuando desentrañamos el verdadero sentido de la resistencia pacífica en la que se basó David Thoreau, el gran humanista que tuvo el valor y capacidad para definir el sentir y ser de los estadounidenses, cuando consigna en sus escritos:
“Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar de un hombre justo está en la cárcel. Esto lo sé bien, que un millar, un centenar, una decena de hombres justos a los que puedo nombrar, si un único hombre honrado de este estado de Massachusetts dejara de tener esclavos y le encerraran en prisión, esto supondría la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos.
Porque no importa lo pequeño, que lo pequeño éste comienza que parezca; lo que se hace bien una vez hecho queda para siempre. Esa es la Teoría de desobediencia Civil”. (Stevenson, Robert 2018).
Bien sería Felipe Carrillo el hombre justo que al liberar a los mayas esclavos tendría por mérito ir a la cárcel, en la reseña de Emerson queda descrita su hazaña.
Si la historia es la síntesis de la libertad como condición de lo humano. Vale entonces percibir la lucha de Carrillo Puerto como una movilización del pueblo maya para romper las cadenas de opresión y considerarlo a la par de un revolucionario que busca la justicia, como también a un libertador de hombres.
La resonancia del grito “Tierra y Libertad” fue y es el reclamo histórico de los pueblos originarios de América, que perdieron su sustento y trato de hombres libres con la barbarie europeizante.
Carrillo Puerto, como aladid de libertad, respondió a la proclama de Hidalgo en Morelia, 19 octubre, y en Guadalajara 6 diciembre 1810, de Morelos, en el Aguacatillo, 17 noviembre del mismo año, de Ignacio López Rayón, 30 de abril de 1812, de Guridi y Alcocer en Cortés de Cádiz, 28 de noviembre de 1812; Vicente Guerrero 15 septiembre 1829, en su Informe a la Nación como Presidente, donde se declara la abolición de la esclavitud en México.
El Decreto Constitucional
Sin ninguna duda, Felipe Carrillo Puerto reviste las mejores prendas cívicas del pueblo maya, en especial su proyección humana que lo distingue como un prócer “Libertador de hombres”.
La difusión de su hazaña histórica lo convierte en la guía moral social, muy especial entre los jóvenes quienes deben llevar su proceso de formación generacional al asumirlo como su “Alter Ego”, su referente superior, en el entorno de sus actividades de trato solidario y de permanente prestación de servicio comunitario, para que la Patria que soñó Felipe Carrillo Puerto sea, a la vez, tierra de hombres libres , protegidos con el manto del trato igualitario, sin exclusiones o racismo, por razones étnicas, de religión, sexo, o ideología.
El trato humano al hombre como su semejante.