Escribe: Javier Lozano

Para mí nunca estuvo, ni está Morena asediado por el ascenso de tribus al interior del partido. Más bien, esté pequeño encono era emergente porque los conflictos que se avecinaban a posteriori, podían resultar peores. A raíz del proceso, seguramente el presidente movió las piezas del ajedrez en dirección a realizar acomodos en la dirigencia Nacional, antes de que las cosas se tornen insostenibles a un instituto que ha experimentado en un lapso corto, un éxodo masivo que encabeza la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Evidentemente y de forma muy sutil, el mandatario logró dar un giro porque no encontraba argumentos suficientes para disparar una guerra interna en su partido. Es posible, que se presentes disyuntivas, pero con la cualidad que le caracteriza a López Obrador, sabrá poner orden antes de que esto se torne en aquella semejanza del PRD. Esta transición permanente, se da en un momento clave, ya que desde que inició el 2020, se está comenzando a esbozar aquellas figuras que gozan altamente de una inclinación dominante en distintos Estados; por ello, Morena no puede quedar atrapada en diferencias. Los pronósticos indican que la capacidad que poseen dos connotaciones será sustancial; una es Andrés Manuel; y la otra la debilidad de una oposición que ni siquiera es capaz de producir eco.

De ese modo, el PRD se autoengaño pensando que la ventana estaba abierta a concentrar aquella militancia que dejó en la orfandad. Sí, evidentemente hay discrepancias por disentir de un esquema ideológico; pero eso no significa para nada, que el PRD pueda sobrevivir de la grave crisis que vive actualmente. Lo que ocurrió, no constituye, ni compromete las elecciones intermedias a Morena. El movimiento regeneración arrasará en presencia de un endeble contrapeso. Ante ello, existió una confusión quimérica e inalcanzable que colapsará ante la incapacidad de revertir los patrones de conducta donde, habría que remontarse al pacto por México, y la desgracia de tratar con el PAN, que de hecho, ahí se hay muchos oportunistas que ya saltaron a Morena ya que observaron el ocaso donde ellos mismos fueron promotores activos. (Eso fue catastrófico)

En ese tenor, el PRD capturó la concepción errada que esta fase de descontento, podía ser capitalizada a fin de regresar a la competitividad; esos desaciertos, hicieron ilusionar a un perredismo que hoy llama nuevamente a generar un bloque para frenar al avance sistemático de Morena. Esas nuevas contradicciones, son las que sepultaran una vez más al partido de la revolución democrática. Si partimos de esa premisa, podemos descifrar que de nuevo: el PRD está siendo promotor de encuentros con el propósito de aglutinar alianzas; lo ha hecho a nivel Nacional; asimismo, en Michoacán impulsan una narrativa para desplegar convergencia entre los demás partidos; por otro lado, sigue habiendo convivencia y relación con el PAN en los poderes legislativos. Eso desvirtúa más esa aspiración, porque un día adoptan el leguaje de la izquierda; otro, se desplazan a la derecha y contradicen una agenda que ellos mismos empujaban anteriormente.

Esa inconsistencia, lo ha hecho que se estanquen en esa minúscula estructura que ya mira nuevos puertos con la intención de aterrizar. ¿Cómo explicar entonces que el PRD logre sobrevivir de esa desgracia? No hay una etapa coyuntural, o al menos no se refleja por donde el perredismo pueda incursionar. ¿Otra vez con el PAN?, o ¿PRI y PAN? (que penoso seria eso) El PRD estaba afirmando que esta pequeña fase de disyuntivas en Morena, será el conducto para permear reiteradamente; se autoengañan, se ilusionan y se frotan las manos; sin embargo, a lo largo de este proceso se ira imponiendo nuevamente la mano de Andrés Manuel López Obrador. Por otro lado, de nada le sirve al PRD construir alianzas y adhesiones porque su carencia ideología, perdió legitimidad y crédito el día que enterraron su identidad: la corriente progresista.

Por cierto Morena no solo se impondrá en la gubernatura de la totalidad de Estados que tendrán elecciones en 2021; lo hará en Michoacán, último enclave del Cardenismo que cristalizó un precedente sustancial; asimismo, no hay duda que granará la mayoría de distritos y presidencias municipales para signar la dinámica dominante que posee actualmente; ya existe un antecedente cuantitativo que prevé ese clima imperioso.

El PRD se ilusionó. También, se autodenominó nuevamente el partido del pueblo. Que paradójico: resulta que aquel movimiento social que paralizó dos veces al país con un triunfo cercano a la presidencia de la república, hoy sufra del desprestigio y el menosprecio que precipitaran más su decadencia y descenso, eso es un hecho inmovible.