Escribe: Javier Lozano
Convertidos en un fichero lleno de disparates, ocurrencias, y por un protagonismo autoengañado de los años más maravillosos que figuraron bajo el reflejo acompañado de la simulación que embriagaba su egocentrismo: Fox, Calderón y el propio partido del PRD, viven un anacronismo con un gesto que apenas respira por la desconfianza que han salpicado durante décadas.
A lo largo de la etapa Lopezobradorista, han levantado la mano, al parecer, con esa vanidad narcisista que les caracteriza; sin embargo, esta vez, bajo una coyuntura de desprestigio por haber abandonado al país ante las circunstancias de desigualdad. Lo han hecho recorriendo bajo el prejuicio de salvaguardar la democracia según su lingüística; no obstante, sabemos que, durante años abandonaron periódicamente el elemento común de servir a la nación; la historia sociopolítica nos ha llevado poco a poco a recolectar esas connotaciones vergonzosas. Hay que recalcar aquellos capítulos ominosos de manipulación de la mentira, el chantaje, y la gravedad de entregar lo más sagrado de ejercer la soberanía.
Su fuerza de ha desdoblado y culminó en los momentos más cruciales que a mi juicio fueron definitorios con la finalidad de consolidar al país. Por ello, su trayectoria es parte incipiente de la ruptura que, en el fondo, los alejó de la sociedad; empero, se resisten para manejare un discurso que hasta cierto punto no impacta; es soez, espurio, y carece de crédito por una tonalidad que ignoró el funcionamiento de un sistema político plural, democrático, tanto en el resultado que fracasó, como en la personalidad que circunscribe.
Fox lanza comentarios y destapes empapados de una narrativa que francamente me produce riza; el apetito del poder, lo han llevado a divagar en absoluto a través de la idea cuya cónyuge pueda ser candidata y, hasta presidente de México. Respeto mucho a su esposa, pero al mismo tiempo, le decimos que, desde nuestra opinión, no ganaría ninguna elección por mayoría. Por supuesto que no tiene ningún sesgo misógino, ni excluyente de cualquier participación, sino simplemente, el hecho de nutrir sus aspiraciones al lado de Vicente, le arroja más incertidumbres. La loza que carga el expresidente, es grandísima.
En el caso de Calderón que, entre incertidumbres y suspicacias ha trepado nuevamente el clima político; esta vez, bajo el panorama dudoso y de la remembranza del aquel fraude electoral perpetrado en 2006 a López Obrador. En estos momentos, México Libre será la ruta de Felipe calderón que, en la vía de su personalidad, continúa siendo la misma persona: un personaje envanecido que se ensalza con el rostro de Andrés Manuel; su obsesión ahora, fluye por una velocidad que no ha logrado convencer, sobre todo cuando lanza esa retórica de fanfarroneo de que hipotéticamente su estructura, será la panacea que haga frente y contrapeso al dominio de la cuarta transformación. (Sueño guajiro)
Y por último el PRD, que hasta demandó jurídicamente al presidente por ofrecerles “cachitos” a los empresarios. Que paradójico, ahora su única ilusión será sobrevivir porque el 2021, parece un futuro incierto; han trascurrido casi dos años de aquello histórico triunfo de Andrés Manuel en 2018 y el PRD apenas si se asoma con una endeble dirigencia Nacional que está dispuesta a ofrecer la minina estructura que le queda. (Otra vez pactar con la derecha)
Fox, Calderón y el PRD son tan semejantes. Hay que recordarles que los años más lúcidos transitan por los recuerdos de un catálogo de turbulencias. Se autoengañan con una ideología que ni el propio esquema conservador les cree.