Por Hugo Rangel Vargas
Meteóricamente encumbrado, su ascenso no podía explicarse sin una urdimbre entre habilidades y bendiciones desde lo alto, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles; hoy luce desencajado y abrumado en el desempeño de sus tareas al frente del ejecutivo estatal. Habiendo sido el artífice de su partido en pactos y acuerdos de alta significación para el país, ahora deambula, encadenado a la prisión del futurismo político; tal como lo haría Sansón prisionero de los filisteos.
Varias veces mintió para esconder el origen de su fortaleza. Se llegó a creer, como lo pensó Dalila, que decía la verdad en reiteradas ocasiones; pero la impostura quedó develada ante la insistente realidad. La habilidad de Aureoles siempre tuvo como contraparte a un régimen dispuesto a la negociación, a un sistema decidido a cooptar y a un partido proclive al acuerdo palaciego. Hoy, que ni hay sistema que compre ni partido que valga para venderse, Aureoles ha sido trasquilado de su frondosa cabellera, en donde anidaban sus habilidades políticas.
Las añoranzas de ser la promesa del sol azteca para cuajar la añeja aspiración presidencial, parecen tan lejanas como los tiempos en que los israelíes eran comandados por la fuerza de Sanson. Hoy, el hombre fuerte de Michoacán, languidece sin cabellera y con un nivel de aprobación que no rebasa al 12 por ciento.
El poder para procesar reformas estructurales en tiempo récord de aquel legislador era semejante al de épico juez israelita que derribó a un ejército únicamente con una mandíbula de asno. No había nadie como él para liberar a Michoacán de la tiranía de la incertidumbre que habían dejado tras de sí los desgobiernos priistas en la entidad. Pero no fue así. Pronto sucumbió ante el encanto y la persistencia de la Dalila de las tentaciones que se acercan a los poderosos.
Hoy se lanza Silvano contra quienes han puesto al descubierto el origen de sus “habilidades”. Abrazado de columnas amenaza: “Muera yo con los filisteos” y hace maniobras suicidas para continuar demostrando su fortaleza. La pretendida devolución fast track de la nómina magisterial a la federación, sin que medien procedimientos administrativos de revisión; la controversia contra las figuras de los llamados “súper delegados” y la constante descalificación a las acciones del Gobierno de la República, resultan acciones desesperadas por mantener márgenes de negociación que le regresen al terreno en donde él nada como pez en el agua: el acuerdo tras bambalinas.
Pero parece que el paso de los días dejan claro que la realidad ha cambiado y que no hay pataleo que sirva para regresar al país a la lógica del trasiego de voluntades. Hoy, quienes intentan demostrar fortalezas con los instrumentos del pasado lucen como un Sanson sin cabellera.
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