Por Daniel Ambriz Mendoza
A sus casi 75 años de vida, el SNTE ha sido una organización sindical que se ha sabido ganar el aprecio no solo de sus agremiados, sino también, de la sociedad. ¿¡Y cómo no apreciar un sindicato que ha sido parte de la historia de México que ha contribuido en todo momento para el fortalecimiento del tejido social siendo pieza clave en la gobernabilidad de nuestro país!? El trabajador de la educación ha sido un componente esencial en la sociedad mexicana al llevar la luz del conocimiento a los lugares más apartados, ha sufrido al lado de la gente las carencias y ha participado activamente en la gestión social para satisfacer las principales necesidades de las comunidades en donde presta el servicio educativo.
Las dirigencias en turno, a lo largo de su historia, han respondido siempre a las necesidades del tiempo, en lo político, en lo social, en lo cultural y en lo profesional; han buscado la manera de ir consolidando la figura del SNTE por encima de las tendencias que buscan su extinción y que han estado ahí siempre, con distinta cara pero con la misma finalidad: dividir para pulverizar a quienes ven como una amenaza para sus intereses mercantiles, como un obstáculo para avanzar en la privatización de todos los servicios educativos, la Constitución Mexicana no se los impide, la única resistencia real que han tenido ha venido de la organización sindical del magisterio nacional que a toda costa ha defendido la existencia de la escuela y la educación pública y gratuita porque saben que, así como son una herencia de la lucha revolucionaria más importante del siglo XX en México, constituyen también, la fuente de empleo de más de un millón y medio de agremiados de donde come un igual número de familias. De ese tamaño es la responsabilidad que pesa sobre las espaldas de quienes aceptan ser representantes sindicales por la libre voluntad de la mayoría de sus compañeros de trabajo.
Por supuesto que es difícil dejar atrás vicios y costumbres del pasado que aplicaron en su tiempo pero que en la actualidad son obsoletos porque todo evoluciona, hay quienes aún tienen en la mente la figura de un sindicato solapador y protector de ineficiencias y quieren que a toda costa la organización sindical defienda a ultranza casos de palpable corrupción o hasta a quienes han cometido actos delictivos; hay quienes también piensan que con un chasquido de dedos de los dirigentes sindicales se resolverá de inmediato todo lo que se plantea ante las autoridades educativas, haya o no razón en los planteamientos. Las cosas han cambiado, el sindicato siempre tendrá la obligación de defender al trabajador, pero con base en la ley y en el derecho que le asista, hacer lo contrario es atentar en contra del derecho de los propios trabajadores, no es posible beneficiar a unos perjudicando a otros, la visión de una aplicación justa de la ley y de los estatutos que rigen la vida interna del sindicato, son el mejor camino para transitar en la defensa de los trabajadores y a la vez, promover la práctica de los principales valores humanos que nos permitan vivir en armonía de una manera corresponsable y útil.
Los enemigos de la educación pública en México saben que para erosionar al SNTE hay que golpearlo desde adentro, tratan de penetrar en la fortaleza de sus columnas desde sus cimientos como lo hace la humedad, es por eso que vemos la aparición de figuras del pasado tratando de revivir viejas glorias mareados por la borrachera del triunfo electoral, su codicia es tal que, se ven decididos a prender fuego a la casa para ver la del vecino arder pensando equivocadamente que el SNTE les pertenece, no se dan cuenta que la institución sindical les dio la oportunidad para que sirvieran a los agremiados, no para que se sirvieran de ellos.
El SNTE es tan benévolo que siempre tiene sus puertas abiertas a cualquier ideología, es plural, y permite hacer carrera sindical a quien tiene la vocación por servir y se entrega con pasión a la función que le es encomendada en las reuniones y congresos de renovación sindical, la labor se termina en el momento en que se llega a la cima o la pasión por servir se extingue. Aquí es cuando se conoce al verdadero líder, aquel que se empeñó, no en que lo siguieran multitudes, sino quien se dedicó a la formación de nuevos líderes para que lo sucedieran y está siempre dispuesto a respetarlos porque son producto de su convicción y de un proyecto político de largo aliento. El SNTE es de todos los agremiados, no es de ningún individuo o grupo en particular.