Gregorio Ortega Molina 10 de mayo de 2021.-

*Mexicanos de medio pelo, incapaces de comprender y agradecer esta 4T, en la que el gran líder se la juega, pero no para hacer de la patria la nación de un solo hombre, sino para trazar la ruta al más estúpido de los totalitarismos. Es el adiós definitivo al Primer Mundo

Conforme los historiadores disponen de mejores y más amplios métodos de investigación, y se diluye el deseo de controlar el nacionalismo que nace con la imposición ideológica de lo que sí o no puede contar la historia patria, el alma se nos cae al piso.

La Conquista, como cualquier hazaña depredadora, requirió la ayuda de la traición. Incluso el más noble de los fines requirió de la contribución de ese dilema que envenena al traidor o la de quien toma la decisión de traicionar en nombre de un grupo, una ciudad, un pueblo, una nación. Esa semilla germina, nunca cae en terreno pedregoso. Siempre hay un Judas que quiere desempeñar un papel, el suyo o el que usurpa.

Es terrible enterarse de que la Colonia se funda y se logra por la traición, y enseguida nos enteran de que lo mismo ocurre con la Independencia, las mutilaciones del territorio nacional, la invasión francesa, la ocupación, la Revolución y esa institucionalización que supuestamente nos abre las puertas del Primer Mundo.

Hemos pecado de ingenuos y permitimos -sin ponernos a meditar en las consecuencias- que redujeran nuestras aspiraciones de clasemedieros y aspirantes a ser ese cacareado Primer Mundo, para quedarnos en mexicanos de medio pelo, incapaces de comprender y agradecer esta 4T, en la que el gran líder se la juega, pero no para hacer de la patria la nación de un solo hombre, sino para trazar la ruta al más estúpido de los totalitarismos, ese que cuenta con la complicidad de un buen número de los barones del dinero, que le compran todos sus cuentos, apoyados en el México bueno y sabio, dispuesto a reactivar la economía con los programas sociales que ponen dinero en las manos de quienes no dan golpe, porque ni siquiera saben dónde, cómo y qué consumir para que el PIB crezca. ¡Total, es dinero fiscal!

Sí, mexicanos de medio pelo, incompetentes políticamente, pues ni siquiera podemos contener el engaño ni reclamar el incumplimiento de promesas únicamente electorales, por ser imposibles de realizar; sí, insisto, incompetentes políticamente porque les facilitamos el cuento con sus añagazas electoreras, dejamos que los partidos políticos nos roben fiscalmente al carecer de una verticalidad ideológica y hacerse cómplices en una sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, para apuntalar ese totalitarismo disfrazado de izquierda, pero ser de la peor derecha.

Allí están las novelas de esos enormes autores que vivieron la Revolución, y antes de que se convirtiera en Constitución, en leyes e instituciones, ya se daban cuenta -como lo narraron- de que llegaban otros al poder, pero con idénticas debilidades y pasiones de las que adolecieron los políticos de la dictadura, esos científicos que ahora podemos identificar en los directorios de las empresas.

Imposible no evocar ese episodio de La fiesta de las balas que incluye Martín Luis Guzmán en El águila y la serpiente, cuando nos enteramos de lo que hoy sucede en las disputas por el poder. Es el totalitarismo que se anuncia, sin reparos.

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