¿Hay motivos para que los mexicanos celebremos esta Pascua, en su concepto más amplio de renovación y salvación? ¿Podemos ver con optimismo el futuro? Me queda el amargo sabor de boca de que, otra vez, nos dejamos tomar el pelo. ¡Viva la 4T!http://www.almomento.mx, http://www.indicepolitico.com ,www.gregorioortega.blog @OrtegaGregorioSi te INQUIETA, compártelo con todos
Sólo dos interpretaciones posibles pueden bordarse sobre el concepto de Pascua: la judía y la cristiana, las otras, las que se celebran montadas en la publicidad, remiten a alegorías comerciales. La intención hebrea frente a los egipcios equivalió a apaciguar e inmolar, lo que culminó en castigo y liberación. La “sangre del cordero” en las puertas de los domicilios hebreos evitó la muerte de los primogénitos, y aseguró el castigo de los hijos de los opresores. El cristianismo, con la muerte de cruz y el derramamiento de sangre, adquiere la dimensión de entrada, puerta al culmen de la esperanza: resurrección, vida después de la vida… rehacerse, reconstruirse, reinventarse frente a la adversidad, para superar obstáculos y tener un mejor presente, que abre las puertas al futuro prometido. Es un asunto de fe, como le ocurrió a los hebreos. Llegaron a la tierra prometida, y la diáspora determinó lo que hoy son como pueblo elegido. Israel, en la actualidad, es otro concepto al determinado por el Antiguo Testamento. Los cristianos fomentaron y favorecieron su propia dispersión, por codicia, disensiones, deseos de poder desorbitados, pero sobre todo guiados por esas debilidades humanas que a todos pierden. Enrique VIII, Lutero, Tomás Moro, Bizancio, El Vaticano… y todas esas sectas que se derivan por el mundo a partir del descubrimiento de América. Cualquier trozo de tierra, no importa qué parcela humana requiere de un pastor. ¿De cuántas denominaciones cristianas, registradas o no, tienes noticia? Pues lo mismo sucede con las instituciones que las sociedades se crean, con esa peregrina idea de “imponerse” un orden legal y evitar sucesos como los de Ucrania o Michoacán. ¿En qué difieren las muertes de una y otra nación, si la concupiscencia por el poder es similar, si no es que idéntica? Nos proporcionamos instituciones de procuración y administración de justicia, institutos políticos, normas electorales, sistemas de bienestar. Creamos los derechos a la salud, el empleo, la educación, la seguridad… una vida digna, y quienes deben defender esos derechos son los primeros en conculcarlos. Nos prometemos, en el papel, un futuro, y de inmediato lo aventamos al retrete. ¿Hay motivos para que los mexicanos celebremos esta Pascua, en su concepto más amplio de renovación y salvación? ¿Podemos ver con optimismo el futuro? Me queda el amargo sabor de boca de que, otra vez, nos dejamos tomar el pelo. ¡Viva la 4T!