Por Daniel Ambriz Mendoza.
La tarea de representar a un gremio de trabajadores pudiera pensarse que es una actividad fácil y que cualquier trabajador puede realizar, pero en realidad, es más complejo de lo que se pudiera imaginar porque trae consigo aristas que para unos resultan imperceptibles y para otros incomprensibles, por esto, la representación sindical no es para cualquier persona, no debe ser un evento que se deba dejar al azar, debe ser una acción bien pensada al momento de decidirla.
Para hablar de este tema he pasado por un sinnúmero de reuniones sindicales en las que he participado, en unas como parte de una delegación sindical, en otras como integrante de un comité, tanto delegacional como seccional; pero las que me han nutrido de múltiples experiencias han sido las reuniones que me ha tocado presidir para elegir dirigencias delegacionales en todos los niveles educativos.
Dentro de la gama de estilos y formas de dirigir, destaca el liderazgo responsable y preparado políticamente, pero, sobre todo, de servicios; el cual choca estrepitosamente con aquella representación autoritaria, improvisada y que de paso solo ve por su beneficio personal y el de sus allegados. En la actualidad, la actividad de representación sindical ha evolucionado al grado tal que, la simple capacidad de “arenga” con la que contaban los perfiles de antaño para ocupar un cargo sindical ha quedado totalmente rebasada, ahora predomina la capacidad para integrar y trabajar colaborativamente en equipos de trabajo plurales y multidisciplinarios que permitan la formación de más liderazgos que se acompañen en la tarea de representación de los trabajadores y sirvan para relevar el mando en nuevos cuadros de dirigentes capaces y con visión de futuro, que sepan leer el contexto y actúen con prudencia estratégica de manera efectiva a favor de los trabajadores que representan.
La preparación política sindical que es muy necesaria y hasta indispensable, no debe ser únicamente para los cuadros de dirigentes, se debe llegar a todos los integrantes del sindicato porque todos un día tendrán la oportunidad de servir a sus compañeros defendiendo sus derechos y llevando a su organización sindical a mejores estadios de bienestar en beneficio de todos los agremiados, pero no solo eso, el éxito de la tarea se verá coronada si se tiene la capacidad de influir positivamente mediante el ejemplo en la vida orgánica de otros sindicatos y de la sociedad en general. Es importante la generación de una sinergia que permita revolucionar el sindicalismo desde la célula más pequeña y apartada hasta la de más elevado rango para la fortaleza de la organización sindical y para el bienestar de sus trabajadores.
El dirigente sindical se cuida desde el momento de su elección, por eso recalco que este paso es fundamental para la vida orgánica de la organización sindical de la cual se trate, si se elige como dirigente a una persona deshonesta, no se pida después honestidad en sus acciones; si se elige a una persona perezosa y descuidada, no se pida después que actúe con orden y trabajo; si se elige a una persona incapaz no se espere que actúe con lucidez y estrategia en las acciones que proponga. El dirigente sindical se cuida también desde adentro durante el desempeño de su gestión apoyándolo en el trabajo, señalándole de manera constructiva los errores y evitando endulzarle el oído con zalamería. Un lisonjero puede hacer caer estrepitosamente a un dirigente, es el lobo con piel de oveja que obtiene picaporte por la manera “oficiosa” de persuadir y desde adentro de la organización la va minando poco a poco como la humedad hasta hacerla caer.
La tarea sindical requiere ser tomada con seriedad y sobre todo de mucha responsabilidad, todos los trabajadores debemos prepararnos en el manejo y la comprensión de todos los temas políticos y sindicales por si nos toca representar a los demás, pero lo más importante es trabajar en el mejoramiento personal, en nuestra inteligencia emocional y en nuestra fortaleza espiritual para actuar a la altura de las circunstancias el día que se necesite. Leí en alguna parte que, en esta vida si no vivimos para servir, no servimos para vivir.