Por Sr. López
Hace muchos años, tantos que no es prudente decir cuántos (luego se ponen a echar cuentas y calcular edades), este menda prestaba sus servicios en un órgano de la Cámara federal de Diputados, presidido por un viejo experto, leyenda en su materia, respetado por tirios y troyanos, nacionales y extranjeros, cuya sabiduría y autoridad nadie ponía en duda, caballeroso y amable de trato, a pesar de lo cual había quien temblaba y se le mojaban las manos ante él, y a todo decían “sí, señor”, y obedecían a pie juntillas, sin considerar que esa leyenda viviente, siempre pedía opinión y que sus órdenes las daba diciendo: -“Propongo…” –y terminaba diciendo, invariablemente: -Déle una pensada y proceda –bueno, pues uno de esos que lo obedecían a ciegas, en un asunto gordo, metió una pata de esas de cuidados intensivos en un hospital de sangre y portada en Proceso. Serio pero amable, habló con el responsable de aquella atrocidad podológica, quien muy nervioso respondió: -Fueron sus instrucciones, señor –y el experto y correoso viejo, comentó: -¡Qué bueno que no le sugerí echarse de la azotea! –y ese mismo día sacó sus efectos personales de su oficina, más despedido que el Ypiranga en Veracruz…
Insiste este su texto servidor en que al menos los del “primer círculo” del Presidente de la república, tienen la obligación de informarlo bien y no darle por su lado (aun a costa de presentar su renuncia, si ese fuera el precio a pagar para que reaccione y reflexione). Lo que no es correcto es ver bovinamente que se le juntan problemas reales y falsos, confiando en que “ya sabrá él”, como siempre, arreglar el entuerto del día.
La lealtad incluye decir al que manda lo que de antemano se sabe no le va a gustar oír. La lealtad obliga, antes que todo, a no engañar, a no darle alegrones al jefe que acabarán en tragos amargos. La lealtad incluye la palabra “no”.
Don Bartlett, director General de la Comisión Federal de Electricidad, sin excusas, informó mal al Presidente sobre los contratos de los gasoductos. Por desventajosos para México que sean los contratos (y lo son), son legales y fueron firmados con empresas de esas que no se arrugan ante nadie, ante nada: su especialidad es tratar con la gente del poder. Ya lo arregló el Presidente y no le costó popularidad… pero igual, los inversionistas quedaron con los pelos parados.
Doña Sánchez Cordero, la dama al frente de la Secretaría de Gobernación, ayer, ante la asamblea de la muy importante e influyente Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), dijo: “A veces es difícil entender el mensaje y la política social del Presidente Andrés Manuel López Obrador”, lo que en los titulares de prensa quedó en “Difícil, entender mensaje de AMLO.-Sánchez Cordero”; y lo que la gente lee es eso, los titulares, tal vez el resumen que sigue… y nadie se entera de los matices que agregó la señora. Qué necesidad de decir algo tan arriesgado que mucha gente interpretará a la mala y si puede, a la peor.
Y también de ayer: El Financiero informó sobre una reunión de funcionarios de Pemex con inversionistas, a los que presentó el plan de inyección directa de capital del gobierno federal a la paraestatal, por 5,200 millones de dólares extras, más 1,600 millones que se obtendrán gracias al combate al huachicol. Supongamos (es gratis) que sí, que al disminuir el robo de combustibles, Pemex tendrá 1,600 millones de dólares más de ingresos: igual la suma arroja 6,800 millones de dólares… cuando en su visita a Nueva York presentaron ante 50 inversionistas internacionales, un plan de gasto de 13 mil 700 millones de dólares para 2019, sin poder decir a los caballeros (también es suposición), de dónde iban a conseguir semejante cantidad, razón principal del sonoro y sonado fracaso de esa reunión.
Ahora Pemex, ya aquí en confianza, en México, presenta un plan de poco menos de la mitad de la cifra que manejaron en Nueva York… y está en el lomo de un venado esa mitad que ayer informaron pues
no están incluidos los 5,200 mdd (son extras) en el presupuesto de egresos del año y es un misterio que bien puede terminar en sorpresa y decepción, lo que le va a entrar a Pemex cuando ya nadie le robe un litro… cuando ya nadie se lo robe. Antes se le llamaba a este tipo de cuentas, “cuentas alegres”. Y los inversionistas observan.
¿Quién lo va a resolver?… claro, el Presidente de la república… ¿cómo?, hablando, por supuesto… ¿y eso basta?, por supuesto que sí, para la gente, para ese inmenso 86% de alegres tenochcas que lo apoyan y lo aprueban, hasta sobra. Pero eso no afecta la realidad: Pemex está hundido.
Si estuviéramos en campaña, sería perfecto. Pero ya no estamos en campaña y la popularidad, el masivo apoyo de la mayoría de nosotros los del peladaje nacional, sirve para todo, menos para arreglar las finanzas de Pemex, de CFE, de nada.
De veras en serio: ayúdenlo, ustedes que están cerca de su oído y afectos, díganle las cosas a lo pelón. Ya decidirá, ya verá qué hace, pero ni cuentas alegres, ni hacer coro a sus declaraciones le ayudan a él ni al país. Nada más recapaciten en que aparte de la clásica mafia del poder, que ya era bastante, ya le han ayudado a armar otras:
La infantil: la mafia de las guarderías; la estudiosa: la mafia de la ciencia; la refinada: la mafia de la gasolina; la orgánica desobediente: los organismos autónomos; la fina: la mafia fifí; la histórica: la mafia de los conservadores; la innombrable: la mafia salinista; la de camisa limpia; la mafia de cuello blanco; la machuchona: la mafia de los expresidentes; la cara: la mafia de funcionarios de alto salario; la de toga: la mafia de la Corte; la entubada: la mafia que hace ductos; la descalificada: la mafia de las calificadoras; la magistral: la mafia de la Estafa Maestra; la medicinal: la mafia del Seguro Popular; la alcahueta: la mafia del Instituto Nacional Electoral… y otras.
Los problemas normales del gobierno, sobran para tener ocupado a cualquiera… ¿para qué meterle más fierros a la lumbre?