Por: Javier Lozano
El domingo habrá dos visiones sumamente distintas: ideológicas y doctrinarias. Una que viene abrazando un programa que ha dado un giro sustancial a los programas y políticas sociales; y la otra- que viene arrastrando ese vínculo del viejo sistema conservador y corrupto que ocasionó un desastre que se consolido durante décadas a través del neoliberalismo.
El impacto cuasi mediático que generan Futuro 21, el Foxismo y los Calderón en decadencia- no logrará permear en la sociedad- porque actualmente se encuentran en un agujero profundo de poca credibilidad; muchos, tartamudeaban al contestar: que el PRD sigue con su misma identidad. ¡Pero qué vergüenza!, si la clave de este declive partidista- está implícita en la mayoría de liderazgos que ejercieron un protagonismo sustancial para realizar alianzas, pactos y acuerdos, que fue el principal clima desmotivador de la base ideológica del perredismo. Asimismo, el PAN que comanda Cortés- posee cada vez más un clima desvirtuado y pragmático
Todos ellos- amalgamaran una dirección que podría ser en términos políticos, un ensayo del posible escenario que visualicemos en 2021; este primero de diciembre experimentara- si pueden asentar una convergencia mediante la movilización que viene alimentada por el desdén que sienten a través de la imagen de Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, disentir, opinar, manifestarse y expresar las ideas- es un derecho ineludible que establece nuestro marco constitucional; pero ¿hacerlo por desvirtuar al gobierno?, es crear una atmósfera de polarización. El ambiente que inspira esta manifestación tiene un trasfondo particular de descubrir el posible arrastre y poder de convocatoria que pudieran tener entre militantes perredistas, panistas desilusionados, y foxistas, que no logarán ni penetrar en el plano político- por esa megalomanía que desde mi óptica, se asemeja más aún cuadro patológico de psicosis por el Lopézobradorismo.
El Frente por México, ¡perdón!, futuro 21, es uno de los principales promotores de esta marcha que se llevara a cabo el primero de diciembre, donde pretenden construir una campaña propagandística de descrédito al presidente López Obrador. Sin embargo, este bloque cuya experiencia particular, es detener el fenómeno de AMLO- que ha creado un gran malestar, sobre todo para la oposición, quien no encuentra la brújula, a fin de considerar al menos un verdadero contrapeso que recientemente los tiene estancados y sin avance. Ha quedado claro, que los Chuchos, Marko Cortés y Felipe Calderón se mueven por el efecto que brota del poder, porque su desprestigio- amenaza con desprenderlos de terreno político, en el que luchan por sobrevivir de forma sorprendente.
Mi respeto a todo aquel que participe en la marcha- donde expresarán su descontento por algunas políticas públicas que se han desprendido de esa constelación llena de privilegios, prebendas, clientelismo y corrupción- que pudieron revelar el grado de cinismo que era observable- por toda una sociedad; el pluralismo debe tener cabida porque estamos en un país democrático; pero muestro mi rechazo, aquellos que se aprovechan de las coyunturas para envanecer sus figuras, como si se tratarán de actores que movilizan una expresión progresista.
Es más que evidente que los Chuchos, han manchado no solo las siglas de un movimiento- que estrictamente aportaba diversos programas, donde se beneficiaban los sectores populares; de igual forma, también desfiguraron un esquema que remite a las luchas sociales, sindicales, estudiantiles y los movimientos indígenas- porque engendraron un dominante poder al interior del PRD, que en términos políticos: fue el escenario de una fragmentadora lucha de tribus, que golpeteaban a mansalva por conquistar puestos que brindaban el partido.
La marcha del cinismo es para los Chuchos, y todos aquellos que no se han comprometido con las bases democráticas. Entre ellos, Vicente Fox- otro personaje que pretende frenar el avance de la cuarta transformación, a través de mensajes, audios, videos y un sinnúmero de ridículos grotescos, bajo la sinopsis de ese trama que hilaba “Laura en América”. Sí, de esa dimensión es el intento por construir un contrapeso que pueda insertarse en el clima político, a lo que llaman: el Mesías autoritario.
Lo menos que pueden emprender, es mostrar un poco de ética y responsabilidad por las acciones que han contribuido a una mezcla de servilismo e inoperancia que simulaba el compromiso con distintos cuadros. La realidad, y la única explicación que encuentro, es la tentación que representa el poder; así mismo, la irreflexiva razón que muestran por el presidente.
Los hábitos y costumbres de estos actores, está en una crisis de credibilidad ya que claudicaron con esa dosis simplista de elaborar política, y porque su genética, no es más que la fabricación de esa lucha incansable que ha aparentado, pero que al final de cuentas, sobrevuela dentro del clima político, como un ejercicio consecuente de traición.
La Marcha del domingo traerá dos lecturas sustanciales; la primera: evidentemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador retroalimentará su capacidad de convocatoria y, aquella aplanadora aplastante- que arrolló con gran intensidad y pulso a este bloque que se autonombro ya: una oposición contra el “régimen” del mandatario. Y la segunda, seguramente evidenciará la ruptura y el descenso del detrimento que han causado durante años ese afán que a rajatabla constituían aquel presidencialismo perverso y ruin que fue marcando por décadas la decadencia social y, la debilidad de una democracia prostituida.