Morelia, Mich; a 24 de octubre del 2024.-Historias de impotencia, injusticia y crueldad debido a la inseguridad y el hostigamiento delincuencial, han vivido decenas de familias, niños, mujeres y adolescentes ante la presión de dejar su tierra, sus seres queridos y sus pequeños patrimonios, debido al desplazamiento en el Valle de Apatzingán, esa zona colmada de hectareas de huertas de limón, donde decenas de rancherias se han quedado solas.

Dejó el ejido de Holanda

Fue triste salir de su rancho, dejar la familia, dejar alguna propiedad, dice una desplazado por la inseguridad de la comunidad y ejido de Holanda, municipio de Apatzingán.

Desde hace 4 años, abandonó ese lugar ubicado a una hora de la cabecera municipal de Apatzingán.

El entrevistado narró las complicaciones para seguir viviendo en dicho lugar al norte del municipio donde creció y quedó alguna parte de su familia.
No se arrepiente de haber salido de Holanda hace cuatro años, donde trabajaba en el campo, pero no siempre había trabajo seguro.

En ocasiones se iba a trabajar a Cueramato y Guanajuatillo, pero era poco el trabajo y mucho el riesgo.

El hombre de 59 años dice que no solo de Holanda hay familias desplazadas sino de decenas de comunidades de Apatzingán.

“El Chayo”

Otro de los desplazados, un joven veinteañero, recuerda que salió de su comunidad, permaneció semanas escondido en el cerro por el riesgo de ser obligado a reclutarse para un grupo delictivo.

El problema empezó desde 2006, pero empeoró en 2012, en su comunidad había 15 familias y a la fecha es un pueblo prácticamente abandonado con tres familias, la escuela y la iglesia están abandonas y deterioradas.

Si no hubiese salido de esa comunidad, tendría que estar huyendo o haber pertenecido algún grupo delictivo.

Cuando era adolescente, tomó cursos con Nazario Moreno, “El Chayo” y le gustó el adiestramiento, revela el joven en entrevista en la que por seguridad no muestra su identidad. Los cursos eran de liderazgo y se realizaban en Morelia.

Levantaron a su hija

Una mujer de 42 años,también cobijada por la citada asociación revela qué a su hija la secuestró un grupo armado hace 4 años, en Apatzingán, cuando la adolescente salía de la preparatoria.
Estuvo privada de su libertad por varias horas, donde fue torturada psicológicamente por hombres armados, abusada sexualmente, y en el lugar había garrafones de gasolina, por lo que la jovencita creyó que la iban a quemar viva, sin embargo, fue liberada unas horas después.

Tuvo que abandonar Apatzingán y pedir asilo en Estados Unidos, sus crisis emocionales tras lo ocurrido no las ha podido superar, quiere regresar con su familia Apatzingán, pero cree que no tiene caso porqué sin duda el hecho la ha marcado de por vida. .

Era una gran estudiante de bachillerato, pero vivió un infierno, describe la madre de la víctima. “Nunca entendí porque la secuestraron”.

Fue al salir de un ciber para imprimir unas tareas, una camioneta blanca se atravesó por medio camellón y la agarraron por la espalda.

Recordó que su hija vivió cosas terribles, porque la patearon y le insinuaron qué la iban a matar, otros detalles omitió decirlos, mientras las lágrimas cayeron en su rostro moreno.

El temor persiste porqué piensa en sus demás hijos, ella no quiere ni puede dejar ese lugar, marcado por la injusticia, la impotencia y el recuerdo cruel.

Coinciden las tres victimas de desplazamiento, que “el gobierno no hace nada, no se mete a las comunidades para que uno pueda trabajar y salir al corte del limón”.

El desplazamiento los mantiene en la casa que el Frente Francisco Villa tiene habilitado para albergar a familias que han sido desplazadas por la violencia, atrás se quedaron sus vidas, hermanos e hijos. Ellos ya no tienen historia. El crimen se los quitó.