Morelia, Michoacán, a 7 de marzo de 2020.- El Centro de Estudios Espinosa Yglesias ha dado a conocer recientemente su informe Movilidad Social en México 2019 mismo que sigue dando cuenta de la penosa realidad que se vive en un país en el que los que nacen ricos, pero sobre todo los que nacen pobres, tienen que legar a la siguiente generación prácticamente la misma condición. Esto resulta un verdadero y objetivo condicionante de la polarización social que vive el país ya que lo estratifica de forma nítida, dejando a los individuos en la imposibilidad real de movilidad.
En el contexto internacional, México es uno de los países con mayor desigualdad de ingresos y con menor movilidad de ingresos entre dos generaciones; ello a pesar de que en el estudio realizado en 2018 nuestro país registró un avance importante en materia de movilidad educativa, sin embargo, el nivel educativo de los mexicanos está fuertemente determinado por el de sus padres.
El estudio arroja además elementos importantes para entender el porqué de la inmovilidad social en nuestro país. Por ejemplo, se observa que las mujeres de los peldaños más bajos de la escalera social tienen mayores obstáculos para ascender que los hombres que se encuentran en la misma condición; en contra parte, las mujeres colocadas en los estratos altos son mucho más vulnerables a descender en su condición social que los hombres. Del mismo modo, las mujeres de clase media tienen mayores probabilidades de descenso que de ascenso: su probabilidad de descenso hacia el segundo estrato es mucho mayor que en el caso de los hombres, 30 %, en comparación con 18 %.
Hay además una serie de diferencias regionales que nos permiten aseverar que no solo se trata de un origen social o de género el que determina las posibilidades de movilidad social de los individuos, sino que hay una suerte de factores del entorno que favorecen o entorpecen esto. En zonas como Chiapas, Guerrero o Oaxaca la pobreza parece ser una herencia transmitida de generación en generación. En la zona sur del país, 67 por ciento de las personas que nacen entre los hogares más pobres se quedaran ahí el resto de sus vidas, mientras que en el norte este porcentaje es del 23 por ciento.
En México hay además una vertiente que determina el inmovilismo social: la desigualdad de oportunidades. Si en un mismo territorio, dos jóvenes de diferentes estratos sociales tienen el mismo acceso a la salud, a la educación, al crédito, al empleo; entonces será el talento diferenciado de ambos el que determine su capacidad de ascender o descender dentro de la escalera social. En nuestro país, la desigualdad en el acceso a estos satisfactores determina la permanencia de la pobreza generación tras generación.
En este sentido, el estudio demuestra que el 48 por ciento de la desigualdad económica en el país está determinado por la desigualdad de oportunidades y que estas son determinadas, en buena medida y como ocurre en los círculos viciosos, por la riqueza o pobreza del hogar de origen. Esto significa que nacer en un hogar pobre, cierra oportunidades y termina derivando en la persistencia de la pobreza, sin que se haya encontrado un factor exógeno que rompa esta dificultad.
Finalmente, el documento muestra algunos elementos importantes que se correlacionan con la inmovilidad social, tales como el color de piel y el acceso a servicios financieros; pero lo mas interesante es que aborda la correlación existente entre movilidad social y crecimiento económico, siendo la primera un factor determinante de la segunda. Esto último convendría recordarlo en un contexto en el que la economía mexicana no esta creciendo y en el que esta situación tiene como escollo la falta de condiciones para la movilidad social heredadas de un pasado lleno de contradicciones y contrastes.
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