Infeliz es aquel a quien los recuerdos de la infancia solo traen miedo y tristeza.
Howard Phillips Lovecraft
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Hasta el 2018, López Obrador siempre tuvo la capacidad para sobreponerse de las derrotas más dolorosas como la del 2006, aunque fuera mintiendo con los números y martirizándose, aprendió bien que con una buena construcción narrativa, tarde o temprano obtendría la Presidencia de la República, así puso bajo sospecha la elección de Felipe Calderón y lo condenó a ser el “espurio” mientras él se convertía en “presidente legítimo”, dividió a la sociedad entre chairos y fifís, marcó como el mayor de los corruptos a Peña Nieto.
Sobre lo anterior claro que López tenía razón, pero como presidente de la República y teniendo todo el poder no es tan fácil aplicarla, aunque claro que se han acostumbrado a mentir con los números en la mano y aplican el relativismo como nunca, además la oposición no mete ni las manos pues hacen y deshacen a su antojo, por eso el Pejelagarto se vanagloria en decirse el segundo presidente con más aceptación del mundo, pero en esa medición no se presenta metodología alguna que es lo más importante para la credibilidad de quien hace la encuesta.
Después de la tramposa Revocación de Mandato donde votaron 16 millones de mexicanos, y el 95% a favor de la continuidad de López, pero que no lograron los 41 millones que se hesitaban para que fuera vinculante y el abstencionismo fue del 84%, lo cantaron como un triunfo del buen gobierno, por ello contrasta que la empresa Morning Consult lo ubica con el 67% de índice de aprobación entre la población mexicana, mientras que el 26% desaprueba su gestión.
Aunque los resultados y las mediciones de las encuestas sean en apariencia o por la narrativa favorables a la 4T, la realidad es que deben estar muy preocupados porque su voto duro no se mueve, llega a 16 millones de ciudadanos, o sea han perdido la mitad de aquellos 31 millones que llevó al tabasqueño a Palacio Nacional. Esos otros 15 o 16 millones de sufragios estarán en juego para el 2024 como los indecisos, esos serán los determinantes para ganar o perder.
El punto positivo para la 4T, López Obrador y su proyecto es que esas pérdidas son por la falta de resultados, es decir no es mérito de sus adversarios partidistas, son por el hartazgo de la polarización, inseguridad, crecimiento del desempleo, aumento en el precio de los combustibles, el 8.05% de la inflación que no alcanza para comprar una canasta básica que cuesta arriba de los mil 500 pesos, y el desdén contra los empresarios de todos los niveles que genera incertidumbre en las inversiones.
Como reza el dicho de López Obrador, “por el bien de todos, primeros los pobres”, y ese es su mercado, durante esta administración creció su número a 12 millones, 30 millones dependen de programas sociales y que serán fácilmente chantajeados con el cuento de que se les van a retirar si no se vota por tal o cual candidato, la vieja escuela del PRI. Como lo he argumentado, AMLO es un viejo priista y sabe administrar la pobreza para sus fines de grupo, a más pobres, ignorantes y dependientes, lógicamente crecerá su mercado, por eso es conveniente hacer como que todo cambia, pero no pasa nada, no hay transformación.
A las mayorías del país no le sirve tener al mejor presidente mientras no cumpla su palabra en aquello del “bienestar” … Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
¿Comprando votos como el PRI para aprobar reformas? ¿Se tiene autoridad moral?
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Hasta la próxima.