Mi interés se tornó bien pronto analítico.

Cansado de maravillarme quise saber;

he ahí el invariable y funesto fin de toda aventura.

Julio Cortázar

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

En diciembre pasado se cumplieron dos años de la aparición del SARS-Cov-2 en China, un maldito virus que ha desnudado las carencias de la humanidad en pleno siglo XXI, de esa humanidad que llegó a la luna y que se encuentra en franca conquista del espacio, con avances científicos en muchos frentes, con tecnología inimaginable y de crecimiento vertiginoso, pues en esa carrera nos cayó un mal como en los tiempos pandémicos de la Edad Media. Algunos países la han librado con mejores resultados y otros no tanto, aunque se hacen maromas para justificar los niveles de contagio y de muertes.

Así el Covid-19 ha puesto en su lugar de la historia a los mandatarios del mundo, curiosamente los países gobernados por populistas son aquellos a los que peor les ha ido en esta calamidad, sobre todo en el continente Americano que encabeza la lista de difuntos Estados Unidos, que ahora es gobernado con Joe Biden, pero el desastre que dejo Donald Trump es descomunal, luego México que se ha mantenido en los primeros lugares de letalidad con todo y las vacunas que se han aplicado y de esos lugares no nos vamos a mover.

Precisamente en el segundo contagio de coronavirus del presidente Andrés Manuel López Obrador, que por cierto espero se recupere pronto porque a nadie le conviene tener un mandatario enfermo pues son malas señales, es cuando queda de manifiesto la lógica básica, si tiene plumas, grazna, tiene pico y vive en Palacio Nacional es muy probable que sea un GANSO, en ese juego de azar que resulta no usar el cubrebocas, no guardar la sana distancia y dejárselo todo a Gatell, que resultó igual de eficiente que el “detente” del tabasqueño, le tocó perder en eso de la probabilidad.

Así en los tiempos de la 4T se ha despreciado a la ciencia y a la medicina, han querido poner a las humanidades por encima de ella, pero en sentido estricto parece que tampoco entienden de que se tratan las humanidades, en lugar de meterle el bisturí a los recortes en ciencia y tecnología, prefirieron cortar con la guadaña de la austeridad republicana, terminaron de tajo con los 109 fideicomisos en el peor momento, han apostado por la ciencia aplicada a sus proyectos demagogos que la ciencia básica, han perseguido a los investigadores del Conacyt y eso, que bueno, parece que ya se les enfrió, pero el mal está hecho.

De sus 100 universidades prometidas en su discurso de toma de protesta en el Zócalo de la Ciudad de México no hay claridad, nadie sabe dónde se encuentran, que se estudia en ellas, cuánto cuesta mantenerlas y que número de estudiantes tienen matriculados. No basta con aventar la piedra y esconder la mano como lo hizo el Pejelagarto al acusar a la UNAM y a otras instituciones de ser comparsas del régimen neoliberal, pues es en la máxima casa de estudios, en el IPN y otras instituciones donde se genera la investigación importantísima para el desarrollo. Son sus estudiantes, profesores y trabajadores los que ponen el nombre de México en alto y no en las fuerzas básicas de los partidos políticos ni los adoctrinados morenos.

Ya vimos a Gatell de vacaciones, lo escuchamos decir que “la fuerza del presidente es moral y no de contagio”, vimos a López hacer llamados a salir y abrazarse, no usar la mascarilla, mofarse con sus estampitas, les falló el sistema Centinela, ya van más de 300 mil muertos y 4 millones 136 mil 440 contagios y parece que no aprenden la lección. Hay que regresar al pensamiento científico, aplicar el método, eso también es humanismo… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

Para que Monreal busque la candidatura presidencial en cualquier partido, no hay de otra, se tendrá que confrontar con López Obrador.

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Hasta la próxima.