Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.
Julio Cortázar
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Las especulaciones y textos periodísticos donde se presentan los nombres de narcotraficantes y las relaciones que estos tienen con políticos de altos vuelos no son nuevas, por lo menos desde la época del priista José López Portillo se tienen documentadas, en la década de los 70 y 80 la corrupción se desbordó y los carteles de las drogas se enquistaron como un mal en el país, pero eso no se puede entender sin el contubernio, infiltración y colusión de autoridades que sucumben ante los dineros fáciles que entrega el narcotráfico, claro que también está el plomo para hacerlos partícipes.
En estos tiempos de descanso por las fiestas de fin de año, tuve la posibilidad de revisar los textos de Anabel Hernández, “Emma y las Otras Señoras del Narco” y el de Jesús Esquivel “La CIA, Camarena y Caro Quintero”. Además de volver a ver el documental “Red Privada: ¿Quién mató a Manuel Buendía?” dirigido por Manuel Alcalá y “The Last Narc” (El último narco) dirigido por Tiller Russell sobre el caso del asesinato del agente de EU Enrique “Kiki” Camarena. En estos excelentes trabajos situados o por lo menos de origen durante el priismo de Miguel de la Madrid la constante es la corrupción, el narcotráfico, la traición, el sometimiento de las mujeres y la aparición de nombres de personajes como Manuel Bartlett que sobrevive en las altas esferas hasta nuestros días.
Cuando uno se mete en las líneas de los libros es imposible recordar a los personajes que desde entonces no han podido con el paquete de pacificar al país, ni Salinas de Gortari, ni Ernesto Zedillo, ni los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón (al que acusan de haber protegido al “Chapo”), ni en el regreso del PRI con Peña Nieto y los de la 4T hasta ordenaron la liberación de Ovidio Guzmán, López Obrador es capaz de encerrarse en su camioneta, no recibir a los papás de niños con cáncer pero para la mamá de “El Chapo” todas las cortesías.
Tampoco pude dejar de pensar en lo que me declaró Manuel Clouthier el año pasado, luego de la elección, “el narcotráfico opera a favor de unos y de otros según su conveniencia… vivimos en un narcoestado desde hace años”. Con la 4T no se han detenido a esos grandes señores de las drogas, hay territorios en los que no entra ni la Guardia Nacional ni las fuerzas armadas. Solo como abono a las estériles especulaciones es probable que existan narco diputados, narco senadores, narco presidentes municipales y otros más que estén planeando las campañas.
Hace unos días el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, que también trabaja como gobernador del estado de Morelos, fue captado en Brasil disfrutando de sus vacaciones y a su regreso lo esperaba un nuevo escándalo, pues se dio a conocer una fotografía donde posa desparpajado con personas que son presuntos narcotraficantes, claro que el gober desestimó la fotografía y argumentó que se trata de una guerra sucia en su contra, dijo que así es la política. Pero no es la primera ocasión que algo así le sucede, inclusive en la campaña que lo llevó a la gubernatura se presentó otra imagen con uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán”. No estoy diciendo que el “Cuau” tenga nexos, pero, el asunto es que estos individuos andan tan campantes y como si nada, como si se sintieran protegidos, por lo menos por la impunidad… Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
En Palacio Nacional nos dicen que no hay de que preocuparse, pero se advierte una de las peores cuestas de enero, nada más hay que ver la inflación en 71%, el precio de los energéticos y la caída de 312 mil 902 empleos en diciembre según el IMSS. ¿De verdad no es para preocuparse?
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Hasta la próxima.