Por Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
En el análisis de la comunicación todos los tipos de lenguaje cuentan y dicen que el inconsciente habla, eso se le puede aplicar al presidente López Obrador y lo que podría ser solo un resbalón, pero que retrata de cuerpo entero al mandatario y su sexenio. En la mañanera del pasado miércoles, el tabasqueño se aventó la frase “un gobierno sin corrupción no sirve para nada, para nada” enfatizó, fue la reportera que se encontraba al turno de preguntar quien lo corrigió, lo que el presidente quiso decir es “un gobierno con corrupción”, pero así sumidos en ese imperante mal se nos han ido casi cuatro años de su administración.
Un día antes en ese mismo deprimente “show” matutino, el Pejelagarto se confrontó con el reportero John Holman de la agencia Al-Jazeera, el tema por la impunidad sobre los casos de asesinatos de reporteros, van 60 durante la 4T. Claro que el presidente como siempre se quiso salir por la tangente, mostró que lo frustra y lo hace rabiar la prensa crítica, mostró una tabla de cómo van las investigaciones, hay que decir que ese trabajo debería ser de las fiscalías estatales y de la federal, pero hasta esa función les ha quitado la presidencia. Luego fuera de sí, López retó al periodista para que mostrara alguna crítica de la prensa a Peña Nieto o a Felipe Calderón.
El presidente miente, le han contabilizado más de 61 mil falsedades desde que comenzó con su ejercicio de comunicación, pero también miente con aquello de que ya no hay impunidad, asegura que son minoritarios los casos en que los agresores de periodistas son servidores públicos, pero los datos de la Secretaría de Gobernación actualizados hasta finales de 2021, indican que en 46.9% de los casos registrados en ese año, son funcionarios los probables responsables, mientras que en 2020 fue en el 51.9% y en 2019, 54.3%. ¿Entonces?
Claro que el presidente miente, se hace la víctima y hasta lloriquea con la cantaleta aquella que “desde Madero no se había atacado así a un presidente”, pero eso ya no le alcanza para tapar el desastre y las montañas de cadáveres que se han generado desde el 2018, los asesinatos por el crimen organizado y una pandemia mal enfrentada. El asunto de su discusión con John Holman desnuda a López Obrador, nos da un indicio de la mirada que tienen en otros países sobre México y lo riesgoso de dedicarse al periodismo, pero también del peligro que existe en simplemente vivir en el país que los morenos juraron pacificar y simplemente no han podido.
No se puede negar que esta administración apapacha a los delincuentes, han bajado el número de decomisos de drogas, de armas y no se captura a los capos del narcotráfico escudados en una política de amnistía disfrazada de humanismo conservador y rancio, eso que según le disgusta tanto al inquilino de Palacio Nacional. Ahí quedan las alertas emitidas por Estados Unidos y algunos países de Europa para que sus ciudadanos se abstengan de visitar algunos destinos o que lo hagan extremando precauciones y cobran sentido las declaraciones del exembajador Christopher Landau, por haber dejado ir al narcotraficante Ovidio Guzmán y no hacer nada para frenar a los cárteles que tienen controlado un 35 a 40% del territorio mexicano.
El país se le cae a pedazos, hay masacres, violencia como en Chiapas y el Estado de México, humillaciones a las Fuerzas Armadas, pero lo que más hay es incapacidad o están atados los funcionarios que deberían estar en la lucha de la pacificación y los tiene de tianguistas como a la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez que ni el perfil cumple.
No habrá cambio de rumbo para lo que resta del sexenio en la cuestión de seguridad, que cada quien se salve como pueda. Los programas sociales para arrancar de las garras delincuenciales a los más jóvenes están destinados para las clientelas y no hay garantía de que resulten. Las cien universidades prometidas por el ahora presidente no tienen claridad de cómo operan, cuántas funcionan y qué matricula tienen. Pero el presidente y los de la 4T siguen pensando que si no fuera por ellos el país estaría en llamas. No es ser catastrofista porque ahí está la evidencia y corrección México está en llamas… pero mejor ahí la dejamos.