Por Daniel Ambriz Mendoza

En mi primera columna del 2019 me hubiera gustado escribir algún tema sin polémica, pero no, me gusta polemizar y escribir lo que pienso, alimentado por la realidad y de los hechos que estoy viviendo. Sé de antemano que habrá a quien no le guste lo que escribiré, a ellos les pido le den lugar a la duda y al menos por un momento analicen un poco más profundo las cosas, quizás se sorprendan con lo que puedan encontrar en lugares inexplorables de si mismos.

Social, económica y políticamente hablando iniciamos el 2019 con hondas preocupaciones, quienes pensaron que la situación mejoraría de golpe y porrazo a la entrada del nuevo gobierno federal deben de estar desconcertados porque inició el año con desempleo, despidos laborales, recortes presupuestales y ataques entre grupos no afines, acentuando la confrontación y la división social y el futuro no se ve tan promisorio como en un momento se comenzó a hacer creer. Eso no ayuda a tener el país que la mayoría aspiramos, y digo mayoría porque está claro que seguirán existiendo grupos de interés que medren con el alboroto y la desestabilización social. El simple cambio de estafeta no revolvió el problema de México, sembró esperanzas, claro que sí, pero poco a poco se van desvaneciendo. El proyecto de nación que se presenta no convence porque no se siente en el bolsillo de los ciudadanos, la repercusión social ha sido adversa, la proyección de futuro es poco clara, y porque quienes están encargados de llevar a cabo tal proyecto tienen tantas manchas que no pasarán nunca como blancas ovejas. Hay desconfianza.

La pugna entre el partido de un solo hombre y el resto de agrupaciones políticas en el país es cerrada, el partido de Estado que tanto se criticó en un tiempo, ahora recorre la misma ruta solo que mejorada, no se ve el interés de servir a la sociedad, lo que importa es afianzar el poder teniendo a la vista las elecciones intermedias del 2021. Y en ese intento no escatiman recursos económicos, ni la creación de leyes a modo, las imposiciones y las modificaciones a la legislación vigente.

A nadie le gusta pagar más impuestos y menos si se ofreció en campaña no aumentarlos, recibimos 2019 con nuevas cargas tributarias, pero no solo eso, hay escasez de gasolina en varios estados de la República Mexicana, entre ellos, Michoacán, a tal grado que se olvidó el ajuste porcentual que sufrió este combustible, eso a nadie le importa, lo que se quiere en este momento es encontrarla al precio que sea; si no era estrategia para evitar que se hablara del gasolinazo disfrazado, funcionó muy bien porque nadie habla del ajuste al precio de este combustible. Si el desabasto es parte de una estrategia del gobierno federal para evitar el robo de gasolina, es un plan muy mal llevado que levanta nuevas sospechas o que raya en la incompetencia gubernamental por la molestia social y la parálisis de algunas actividades productivas y de servicios a causa del desabasto de combustibles. Bienvenido el alto al robo de gasolina, pero con un plan que no detenga el desempeño de las actividades productivas y de servicios y que venga acompañado del castigo a los responsables del desfalco que ha sufrido PEMEX.

En el estado de Michoacán donde hemos padecido de todo tipo de sin sabores, tal parece que hay grupos de poder que buscan regresar a etapas grises que no quisiéramos ni recordar, la descalificación sistemática es el arma letal que utilizan para generar caos y desestabilización social, no se ve el aprendizaje de etapas pasadas, lo que se avizora es una lucha encarnizada del poder por el poder. No tenemos la unidad social que necesitamos para salir adelante. El gobierno por un lado y la sociedad por el otro no es un ingrediente que le abone a una nueva gobernanza. Meter en crisis al gobierno no veo que sea una solución inteligente a los problemas que padecemos, más bien es una estrategia de quienes aspiran llegar al poder en el 2021.