Escribe: Javier Lozano

La mesa esta puesta para que Morena sea el gran triunfador en las elecciones intermedias del 2021. Esto, ha tenido diversas formas de manifestar la oleada que cada día va articulando esa concepción, ya que en muchos de los territorios donde habrá comicios, el partido Movimiento regeneración Nacional arranca dotado de simpatías, pese a que existe un margen de tiempo considerable con la finalidad de tomar una dirección clara.

Desde nuestra concepción, Morena sigue y continuará ejerciendo su dominio porque existe una atracción en las simpatías a través del rostro de Andrés Manuel López Obrador. Asimismo, el poder de convocatoria contrarresta todo el esquema descarado de un contrapeso que políticamente no ha podido ni asomar las narices como oposición. Obviamente, eso estructura más solides para coincidir que la fase de transición del 2021, tendrá nuevos invitados en distintos estados, donde existía un predominio partidista; evidentemente, habrá un remplazo que compruebe que el descenso del PAN, PRD y PRI continua frágil y endeble.

La lucha política seguramente arreciará en el transcurso de este año 2020. Sin embargo, sigue quedando clarísimo que las contradicciones y los esfuerzos por permear a los temas de la agenda pública, generan seriamente una columna vertebral desvirtuada y, sin capacidad de respuesta, ni mucho menos referentes que constituyan una tendencia fuerte para competir con la influyente relación que tiene el presidente con la sociedad.

En el caso del PRI, hoy han planteado una reconfiguración que reconstruya la desbaratada estructura producida por el maremoto de Morena en 2018. Ese cataclismo, ha mermado su rentabilidad, y ha producido una enorme incertidumbre que sigue sumergida en un agujero que históricamente cerrará su acceso, ya que persiste una desconfianza arraigada que ya da señales de desesperación. En la medida que la cuarta transformación se va consolidando por el liderazgo de Andrés Manuel, ha surgido como respuesta una convergencia que vienen empujando desde el poder legislativo. En ese tenor va el PAN, con una contundente debilidad que se expresa por su máximo liderazgo: Marko Cortés, un presidente que quiere a toda costa incentivar las tensiones con el gobierno de la República, con la finalidad de reforzar un contrapeso que ha defraudado porque se empecina más en el ataque frontal verbal con el ejecutivo Federal, que en proponer un programa integral a través de sus representantes.

Eso, evidencia que hay un restringido bloque que ni las manos ha podido meter; eso naturalmente ha demostrado que cualquier intentona de manipulación mediática, seguirá fortaleciendo el rostro de AMLO. Ese rasgo ha tenido resonancia, ya que la sociedad esta consiente del grado escalado de debilidad que ha dividido a ambas estructuras.

Y el PRD, que atraviesa una de sus peores crisis que gestó a través del servilismo, el clientelismo, y la falta de ideología que término desbaratando un proyecto social que había amalgamado un cuasi-esquema de izquierda simulado, ha quedado pulverizado. Esa premisa escandalosa de haber

entregado su corazón doctrinal al PAN en aquella desgracia del México al Frente, que edificaron por intereses unilaterales y negociaciones de candidaturas, fue el detonante que desencadeno su dependencia de supervivencia.

Eso crea las condiciones necesarias para que Morena sea el gran triunfador.

Notas finales: la experiencia que se produjo como consecuencia de aquel resultado catastrófico del 2018, arrojó un saldo negativo y se desfiguró por completo el perredismo a nivel Nacional. Ahora, el PAN, PRD y PRI están pensando seriamente en unificar una representatividad que frene el avance dominante de Morena en Michoacán. ¿Por qué este Estado?, porque la alta popularidad de Andrés Manuel López Obrador, está cristalizando claramente la entrada a la administración Estatal a Morena. Asimismo, Michoacán constituye en el único pulso que esta oxigenando su conservación partidista. Hay que recordar el apocalipsis histórico de las elecciones a elegir presidente de la República; PAN y PRD se concentraron tanto en sus candidaturas para arrebatar posiciones a través del dedazo y, dejaron de voltear a observar a la militancia; al final sufrieron una catastrófica derrota que los tienen al borde de la antesala de su conclusivo desarrollo de 30 años. Ciertamente, cada comicios fija un nuevo escenario, sin embargo, aseguramos que triunfará nuevamente el fenómeno Lopezobradorista descrito por ese arrastre impresionante de legitimidad y aprobación en la mayoría de Estados, incluyendo Michoacán. No me imagino al PRI y PRD juntos en una boleta; puede ser posible; ¡claro que sí! pero marcará una década grave en la ideología doctrinaria, que se arrodilló ante el manifiesto rutinario y simplista de un mecanismo que ha guía mecánicamente por el pensamiento pragmático, que ideológico. Solo recordemos la desdicha que propicio PAN y PRD; pero panistas, priistas y perredistas ¿juntos?: esa combinación se trata solamente de una ansiedad que logra ser creyente, si los tres partidos comulgaran con el mismo juicio; pero, en teoría cada uno impulsa su propia política, que es impensable identificar similitudes.