Por: José Cruz Delgado
La maldición de Ochoa Reza en Michoacán
Cristóbal todo tiene, hasta soberbia, menos mandadero ni empleado de los michoacanos
No cabe duda que la designación de Enrique Ochoa Reza como presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional fue una maldición para Michoacán, pues casi luego de su nombramiento empezaron las inconformidades de priistas porque, para empezar, este negro personaje ni siquiera militante era, y él mismo lo había confesado, sin embargo, con todo y eso n a dirigir el tricolor, aunque en lugar de dirigir empezó a dividir y a querer conformar grupitos en casi todo el país, grupos que le fueran fieles para sus ambiciones políticas futuras.
El peor error del ex candidato presidencial, José Antonio Meade, fue imponer a Ochoa Reza como jerarca del tricolor, y pese a que ya se le había advertido que no era la persona indicada, éste decidió mantenerlo, hasta que no aguantaron más los priistas y empezó la división interna.
Fue entonces que decide despedirlo, pero ya fue sido demasiado tarde, pues ya había causado un irreparable daño a la estructura priista nacional, prueba de ello fueron las desbandadas de militantes y simpatizantes que empezaron a incorporarse a otros partidos, cuadros valiosos que al no ser tomados en cuenta por las imposiciones, optaron por otras vías y lograron las candidaturas, las cuales muchas ganaron.
Enrique Ochoa Reza, no sólo fue un fracaso como presidente nacional del PRI, sino que intentó apoderarse de las presidencias estatales haciéndolas a un lado y, junto con otros compinches se apoderó del proceso de la selección de candidatos a través de una Comisión Nacional de Procesos Internos donde llevó a cabo las imposiciones de aspirantes a presidentes municipales, diputados locales, federales y al Senado no solo en Michoacán sino en casi todo el país.
Para los priistas de Michoacán fue la maldición, y desde el primer día en que Ochoa Reza vino a la entidad, empezó la pesadilla, de inmediato vinieron las reuniones secretas con personajes no muy gratos para los priistas, y así, poco a poco fue tejiendo la telaraña y sin recato alguno empezó la imposición.
Finalmente fue despedido, no sin antes haberle otorgado una candidatura plurinominal, a la cual, hubiera renunciado si tuviera tenido un poco de dignidad, pero la suerte de los priistas de Michoacán ya estaba echada, Ochoa Reza había logrado sus fines y dividió.
Pero sus planes y la de sus lacayos se vinieron abajo, hicieron el ridículo, quedaron apestados, relegados por los propios priistas y con el pie en su tumba política y difícilmente podrán revivir.
En sus imposiciones llevaron la penitencia.
Los pronósticos no fallaron.
Los medios no se equivocaron.
Dejó división, resentimiento, y difícilmente podrá aspirar a algo más en Michoacán, y seguramente en el el Congreso de la Unión estará apestado, relegado por los propios y pocos legisladores priistas.
¡Bien merecido!