Hugo Rangel Vargas

Es 1 de octubre de 2021. Se han dado cita en el Congreso del Estado apenas los 40 diputados que integran ya la nueva legislatura de Michoacán. La asistencia se ha limitado a pocas personas. Llegará a rendir protesta como gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla. Entregará su cargo el gobernador sustituto designado por el legislativo en semanas previas, ello ante la ausencia de Silvano Aureoles quien decidió pedir licencia.

Aureoles Conejo realizó una gira por Estados Unidos y algunos países de Europa para litigar en diversas instancias lo que él llamó su cruzada por la democracia en la que pretendió descalificar el triunfo del candidato morenista, ahora ya ungido como gobernador de la entidad.

Durante su pataleo fuera del país, Aureoles ha exhibido una serie de argumentos que, de haber sido ciertos, lo hacen corresponsable de los mismos. En su desesperación, el zitacuarense argumentó la intervención del crimen organizado durante los comicios, pero ¿acaso el crecimiento del poder de los grupos criminales no es en parte derivado de un descuido de su gobierno?, ¿por qué denunciar este hecho una vez que había concluido el proceso electoral y no antes de la jornada comicial?

Toda la narrativa silvanista durante su mandato estuvo fincada en ocultar el crecimiento de los problemas y la falta de resultados en estrategias de comunicación social que desviaban la atención y que centraban el esfuerzo en el posicionamiento de la figura del mandatario. Para cada problema, Silvano siempre presentaba una impostura; para cada caso había un traje, un atavío y una lisonja de sus funcionarios.

Verbigracia, para el crecimiento disparado de los homicidios dolosos que ocurrió durante el gobierno silvanista, sus cortesanos le colocaban una casaca de luces hecha con un gasto en comunicación social que cada año rebasaba al aprobado por el Congreso; para ocultar la deteriorada percepción de corrupción en la entidad, el titular del ejecutivo se engalanaba con una gira de medios nacionales promoviendo su imagen; y, fente a la serie de observaciones sobre desvíos y malos manejos de recursos que realizaban instancias ciudadanas, Silvano ocultó la cara detrás de una capa bordada con el hilo de una insolente gira internacional.

Sí, al mandatario michoacano le vistieron de una tela que era invisible para la ambición de su corte. Se tejió en cada yerro y desatino. Fue cortada con la tijera de la frivolidad de un gabinete palaciego, hecho a imagen y semejanza de su formador. Sus retazos estaban unidos con el hilo de la traición de quienes depositaron su confianza en Aureoles Conejo siempre que, sin concluir un encargo, se presentaba como candidato a otra posición; tal como lo intentó hacer con sus permanentes destapes presidenciales. Es 1 de octubre y la sabiduría popular dice que el gobernador salió desnudo.

Sin embargo, en este agosto y con la anulación de la elección a diputado federal en Zitácuaro, si el encuadre de fechas y su gala invisible aún le permiten; Silvano podría presentarse como candidato a ese escaño por el bloque opositor que él orquestó.