Por Padre Pistolas
– Cada año se nos presenta en los evangelios la figura de Cristo como el Buen Pastor.
– Don Román Acevedo R. Fue un obispo paciente que podía durar 2 horas platicando y saludando a un grupo de indígenas, decían los padres que a pesar de ser rígido era como una madre comprensiva, le tocó recibir y dar clases en rancherías escondidas en la persecución religiosa, hasta los 12 años fue chivero y hasta los 15 años que entró al seminario fue bueyero un verdadero pastor.
– Los pastores que conoció Cristo eran valientes, responsables, conocían una por una a todas sus ovejas, las llevaban a tomar agua, a comer abundantes pastos, en una tierra rocosa y seca y tenían que defenderlas contra lobos, osos, leones y ladrones, en cambio antes y después los obispos son de banqueta, algunos se rosan solamente con los ricos, no conocen a sus sacerdotes más que de nombre y algunos ni así.
– Los sacerdotes que somos claves en la iglesia igualmente vemos como unos asalariados y hablamos muy bonito, pero a la mera hora no conocemos a nuestras ovejas, las trasquilamos con su dinero, aseguramos una o varias casas, carros, cuentas bancarias, hace poco me dijo un amigo, “Padre yo me consideraba un condenado al infierno, porque he tenido varias mujeres, pero ahora que vi al padre abrasando y besándose con fulanita creo que ya no me voy a condenar, no se imaginan muchos sacerdotes el daño que hacen andar de enamorados, borrachos o llevándose el dinero destinado a obras del templo. ¿Cuáles buenos pastores?
– Como se decía de Juan XXIII el “papa bueno” creo que es necesario que los fieles nos califiquen de sacerdotes buenos, se requiere de cierto don, carisma, imagen para atraer a los feligreses a la iglesia y no carros lujosos, ornamentos llamativos, anillos y celulares caros, o fingir la voz casi como jotos para causar lastima, que muy pronto se convierte en desprecio, ayudar económicamente o con medicina a los enfermos, escuchar atentamente a los fieles que se nos acerquen por tener una gran necesidad de ser escuchados, prepararse para dar buenos consejos, no pedirles dinero a todo mundo para que nos traten de estafadores, si no lo que somos, sacerdotes, padres de unos hijos que necesitan confesarse y hacer el tiempo, asistir pronta y amablemente a los moribundos, visitarlos en la noche sin ningún temor aunque nos pongamos a graves peligros, hacernos de unos pocos amigos verdaderos e incondicionales para que nos acompañen, dejarles libertad para que ellos organicen las fiestas a su gusto.
– Un indio iba diario a visitar a la virgen de Guadalupe para pedir ayuda para comer con la familia.
– Un día el sacristán le dijo escondido detrás de ella; “trabaja huevón”.
– El indio le contesta y a ti Juan Diego indio pata rajada ¿quién te habló?
Que Dios los bendiga.