¿Resultaría razonable preguntarse por qué una obra de la magnitud del Estadio Morelos, no ha impactado en el nivel de vida de los habitantes de las colonias Morelianas aledañas al coloso deportivo?, y de ser así ¿mejoraría esta situación si los propietarios del inmueble promoviesen una campaña para que incrementara el número de espectadores que acuden al estadio? Aunque en otro contexto y en menor medida, pero la actividad turística luce más o menos así de disociada del desarrollo del país.
Quienes han elaborado las políticas en materia turística, parten del supuesto de que el mercado distribuye los beneficios del turismo como un vaso que derrama su contenido y que basta con que lleguen al país una mayor cantidad de visitantes para que la prosperidad se vierta sobre el conjunto de sus habitantes. Nada más errado que este dogma de la mano invisible traspolado a la llamada industria sin chimeneas.
México es una potencia turística que, a pesar de la inseguridad, sigue atrayendo a una cantidad importante de visitantes y en los últimos años el crecimiento del sector ha estado por encima del promedio de crecimiento de la economía, aportando el equivalente al 8.7 por ciento de PIB. Esto sin embargo, no se ha visto traducido en una reducción de la marginación y la pobreza.
Los visitantes extranjeros se concentran, en más del 90 por ciento, en tan sólo cinco destinos; mientras que el programa denominado “Pueblos Mágicos” (ahora extinto en medio de polémicas y quejas) no ha logrado impactar en el grado de marginación de las localidades que tienen esta distinción turística (vale señalar que en 34 pueblos mágicos se incrementó el porcentaje de ciudadanos en condición de pobreza de 2010 a 2015).
Por ello es que la desaparición del Programa “Pueblos Mágicos” y del llamado “Consejo de Promoción Turística”; encuentran su justificación en una serie de resultados limitados en materia de desarrollo y creación de oportunidades, así como en un cambio en el paradigma de la función del estado en la economía en general, y en particular en el sector turístico.
En 2014, la Secretaría de Turismo elaboró un sendo diagnóstico sobre el primer programa comentado. Los resultados demostraban un crecimiento desordenado del mismo y el 67 por ciento de los Pueblos Mágicos no tenían planes de trabajo ejecutivos, el 70 por ciento de las localidades inscritas no cumplían con al menos el 80 por ciento de los requisitos para su certificación dentro del programa, entre otras irregularidades que daban cuenta de actos de corrupción.
Por lo que ve al Consejo de Promoción Turística, este es una empresa registrada como Sociedad Anónima que ya había sido observada por la mismísima Suprema Corte de Justicia de la Nación y cuyo consejo está integrado, casi de forma paritaria, por representantes del gobierno y de la iniciativa privada. El presupuesto destinado a esta instancia prácticamente estaba orientado en un 50 por ciento a gasto corriente y a la contratación de eventos como el Cirque su Soleil, partidos de la NFL y eventos de la Fórmula 1.
¿Se detendrá el flujo de turistas hacia y en el país con esta decisiones? Lo cierto es que la reducción de visitantes en el último año ha sido asociada a la inseguridad, muy a pesar de la existencia de este tipo de instrumentos; sin embargo, México tiene un elevado grado de posicionamiento como destino y el papel del Estado debe ser el de garantizar que esta ventaja competitiva pueda derivar en cambios en la calidad de vida de la ciudadanía.
Al parecer las prioridades serán la de generar infraestructura y programas sociales en las zonas de afluencia turística, esto no para generar más atractivos turísticos, sino para reducir las brechas de desigualdad que provocan encono y que merman el capital social de los destinos, derivando en algunos casos en descomposición de la seguridad y en la reducción de la competitividad de los mismos. Era tiempo ya de que también volteáramos a ver a los marginados que viven en los paraísos turísticos para situarlos como prioridad de la agenda.
Finalmente ha quedado claro que la promoción turística no desaparece. Ahora estará a cargo de las representaciones diplomáticas de México en el exterior, quienes tendrán una tarea que se podrá cuantificar de forma clara y precisa. Aunado a ello, se habla de una estrategia de promoción diferenciada para cada nicho de mercado y no una estandarizada, ni de eventos de relumbrón, como ocurría en el pasado.
Twitter: @hrangel_v