Por: Lilia Cisneros Luján

4 de diciembre 2019

¿Qué celebran?

Inició el mes de la navidad en el mundo cristiano. Los estadounidenses anticiparon su extremo consumista, reuniéndose “en familia”, para dar gracias[1] aunque muchos no sepan a que se refiere esa gratitud, justo la víspera de lo que llaman el viernes negro. Un buen número, se desmañanó para ser el primero en la fila de los ansiosos compradores de lo que sea, con tal de gozar la ventaja de adquirir con un 80% de descuento. En el resto del mundo los conglomerados colectivos continuaron para: repetir la presentación inventada en Chile en favor de la equidad de género; protestar por el bajo poder adquisitivo de lo que reciben por su trabajo, pedir destitución de gobernantes; exigir seguridad –no más homicidios, no desparecidos, no secuestros, no delincuentes- y hasta celebraciones por cumpleaños, no de vida ni de logro espectacular, simplemente del privilegio de tener un trabajo que satisface la vanidad buscada afanosamente.

Las quinceañeras de este diciembre se celebraron antes en la ciudad de México, como el viernes negro llamado aquí el buen fin; los que lo hicieron en casa al calor de una parrillada tuvieron el cuidado de no invitar a rijosos y una considerable minoría prefirió la cultura en museos, presentaciones de libros o la lectura afanosa de alguna obra impresa que los desconectó de la tecnología y el chismógrafo. Las noticias las buscamos esta mañana, el número de acarreados al zócalo fue más efectivo que con el recuerdo un tanto cursi y demodé de la revolución; salvo el incidente de los deseosos de linchar a un reportero, no hubo nada sorpresivo lo cual ocurrió, ahí si, en la marcha que acompañó a la familia Lebaron que según declaró su líder, el pensó que a lo mucho serían unos cuantos cientos quienes le acompañarían y no miles como ocurrió en la ciudad capital y en otras muchas a lo largo de la república.

Inició pues un mes de consumismo, nuestras agendas se verán repletas de reuniones para “brindar” con los compañeros de trabajo, las empresas con las cuales tenemos contacto, las ONG que nos reconocen, los colegios, los amigos académicos y por supuesto en algunos casos la familia que casi siempre se divide y hay que hacer toda una negociación para ver si paso la cena con mis padres y el recalentado con los de la esposa y, en el peor de los casos –sobre todo los viejos abuelos- al frente de una televisión pues si no cuenta con un celular –cosa común, bien porque no hay dinero para pagarlo o porque nunca se aprendió a manejarlo- nadie se ocupó de incluirlos. ¿Usted ya está preparando sus regalos de navidad? ¿Se le ha ocurrido simplemente reciclar vajillas, cubiertos, adornos, incluso ropa que está en perfecto estado –algunas cosas que ni siquiera las estrenaron- para no gastar? ¿Le preocupa que los beneficiarios de sus herencias en vida le critiquen?

Si Usted no padece de distorsiones de personalidad –personalidad múltiple, identidad disociativa, obsesivo compulsivo, trastornos de ansiedad, disfunciones sexuales, cualquiera de las casi 20 distorsiones cognitivas, que le imponen reacciones irracionales negativas- y por ende no es de los que dan gracias a Dios por ser ateo, tendrá presente que este mes –por acuerdo de la humanidad- se rememora, el nacimiento de un maravilloso hijo que por si fuera poco fue justamente el hijo de Dios quien en su plan de amor hacia el ser humano, preparó a alguien perfecto para saldar todas nuestras deudas. Por supuesto que en el ejercicio de libertad de la cual nos ha dotado Dios, cada cual puede intentar la redención eterna a través de los 5 pasos que propone el Islam, los caminos que las diversas religiones ponderan –desde hacer sacrificios, pasando por el calificativo de las buenas obras, hasta el ejercicio de dones como la sanación o el hablar en lenguas- bautizarse o abrazando, prácticas –que en esencia niegan ser religiones, como el budismo, las prácticas de tribus y grupos descubiertos por navegantes europeos, porque a final de cuentas, todos –aun quienes lo niegan- desean trascender y no morir. En la biblia –católica o evangélica, se da testimonio de algunos que preguntaron ¿Qué puedo hacer para ser salvo?[2] La respuesta para quienes tiene fe, se resume en una frase planteada en el evangelio de Juan: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¿Eso es lo que recuerdas en este mes de la Navidad? ¿Eres de los que ocupan la Navidad, para la fiesta con exceso de alcohol? ¿Te ríes de quienes están convencidos de la fe en Jesucristo como salvador y como único paso para trascender?

Recuerdo las bellas navidades con la presencia física de mi hija y la mayoría de los miembros de la familia, que en algún momento era condicionada a “no poner mi música fanática” por alguien a quien Dios le sigue dando la oportunidad de aceptar que el niño nacido en un pesebre fue el enviado de Dios para redimir aun “aquellos que no saben lo que hacen”, lo mismo a los rijosos sin causa que a los vanidosos que solo buscan el aplauso irracional, los envidiosos que son capaces de linchar o dividir a los pueblos y las familia y hasta los criminales, siempre y cuando hayan sido castigados humanamente hablando por las abominaciones que practican. Más allá de cual sea tu postura, conociéndote o no, te deseo que estos días navideños sean para ti una oportunidad de amor auténtico, y perdón necesario.

[1] El día de gracias, supuestamente inicia en la época del rey Enrique VIII, en Inglaterra. La reforma protestante, supone –para los puritanos la abolición de muchos festivos, permaneciendo este día de gratitud que en sus orígenes tenía que ver con fechas de cosecha. Con la presencia de colonos españoles –en Texas básicamente- y ciudadanos de México en el oeste –época de Santa Ana- la celebración va sufriendo cambios. Lo que permanece es la reunión en familia, el guisado de pavo y sobre todo el espíritu de gratitud.
[2] Nicodemo en Juan 3: 1-2, el carcelero de Filipos Hechos 16:30-31