Por Salvador Hurtado

A LA GOMA EL PESIMISMO ES MUCHO MEJOR EL BUEN SENTIDO DEL HUMOR

El pesimismo es contagioso como la gripe, sobre todo en épocas de conflictos económicos, emocionales, sociales, académicos, laborales, físicos, post-electorales en fin donde todas las noticias son maléficas o imprecisas. Se tiene que combatir el pesimismo, es una forma de estar a la defensiva, para evitar ser dañado en los desbarajustes, es una desconfianza constante. El optimismo se aprende y el pesimismo se contagia. El pesimismo se cura, así como la gente aprende ciertas habilidades también puede aprender a ser optimista. No nos dejemos llevar por pensamientos negativos, recordemos que no es más que un estado mental. Cuando aparecen días nublados, lluvioso o de viento, y cuando las noticias son malas, nuestro pesimismo aumenta, no hay que dejarnos contagiar de esos que tienen en su interior una manada de chamucos.

El buen carácter a “imagen y semejanza”, uno de ellos es el buen sentido del humor, pero los metiches vecinos acostumbrados a meterse por doquier, los parientes chismosos, los gobiernos deshonestos e irresponsables, la crisis económica y la violencia en la que se desenvuelve el estado y el país, parecen conspirar contra éste bello regalo de vida.

Mientras los niños de todas las comunidades, de todos los ciudades, de todos los estados, de todas las edades, no requieren grandes cosas para ser felices, cuando vibran en armonía con la vida, gozando a plenitud través de la risa y del sentido del humor, que los hace salir rápidamente de la enfermedad, o de las molestias, evitando el dolor y teniendo una percepción optimista de la vida.

Los adultos, conforme pasa el tiempo, van perdiendo la generosa capacidad de reencontrarse con ellos mismos y de armonizar el cuerpo con la mente y el espíritu, por una simple razón: el entretejido y la velocidad con la que se mueve el mundo moderno han conducido a la búsqueda del poder, del dinero, de lo superfluo, haciendo olvidar algo sustantivo en la vida de todos: reír.

A nadie le gusta convivir con una persona que permanentemente está de “mal genio”; por el contrario, una persona que vive con la sonrisa en su semblante es bien recibida en cualquier lugar, porque una sonrisa tiene la magia que ilumina el rostro y, abre todas las puertas, facilita el camino para llegar el alma de uno… y a la de los demás.

El buen sentido del humor ayuda amorosamente al cuerpo, generando un estado de bienestar que fortalece la autoestima y la confianza en todos, a la vez que ahuyenta la depresión, los padecimientos psicosomáticas y los pensamientos negativos –que tanto dañan la vida–, porque a través de la risa las glándulas del cuerpo producen las endorfinas, regalando a todos un buen estado de salud.

¿Qué hace diferente al mexicano que a pesar de la crisis económica y de la inseguridad pública puede tener la capacidad de disfrutar de la vida?, nada más que el buen sentido del humor y su fruto más generoso: la risa, que nos hace redimensionar nuestra existencia.

Un amigo comentaba que: “un maestro de la escuela de su nieto le preguntó que cómo veía la crisis: –– “¿Crisis?, si tengo 90 años y desde que nací mi familia ha vivido en crisis, mal vistiendo, mal comiendo, con una modesta casa de palma, trabajando y coexistiendo al día”

Lo que pasa es que mientras él come para vivir, nuestra sociedad vive para comprar, tenemos una dimensión diferente de la vida; para mucha gente el éxito se mide por lo que adquiere, lo que viste o lo que tiene; para nosotros el éxito es tener salud y amor en la familia y luego gozar a cada paso del milagro diario de la vida.

Pero éste viejo Filósofo sabe una cosa que no ha podido hacer la crisis global que ha arrasado con una cuarta parte de la riqueza económica del orbe: acabar con el buen sentido del humor del mexicano, ése que a pesar de que todos hemos perdido con esta crisis, nos salva de cualquier infortunio porque es la manera más extraordinaria de florecer ante el dramatismo de una economía que no encuentra la salida del atolladero.

Generoso el humor del que gozamos, que como bálsamo sagrado hace que los males sean menos, porque lleva a tener en plena adversidad una percepción positiva de los acontecimientos, dejando a la mayoría una simple enseñanza: “Cuando pierdas… no pierdas la lección”.

No viva siempre triste. El buen humor, la risa, el descanso, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. “La alegría es salud y terapia”.

A propósito de compras, “una dama de muy ‘buen ver’ se encontraba en la lujosa recepción de una agencia de autos más o menos, revisaba meticulosamente cada uno de los vehículos, de repente queda prendada por la belleza de un auto deportivo, comienza a recorrerlo palmo a palmo, pero al agacharse tratando de sentarse en el asiento del piloto se le sale una sonora emanación; apenadísima voltea en todas direcciones, por si alguien la escuchó, al voltear hacia atrás, se encuentra que precisamente ahí está un vendedor que educadamente se pone a sus órdenes: –– ¡Señorita!, buenas tardes, veo que le gustó éste automóvil, ¿puedo servirle en algo?

–– Me puede decir cuál es el costo de éste vehículo –pregunta la dama al amable vendedor disimulando su pena.

–– ¡Por favor, señorita! –Responde el vendedor–, si con tan sólo sentarse se le salió la más sonora irradiación, si le digo el precio ¡SE VA A HACER EN LOS CHONES.

Y termino con esto que encontré en el face y me parece como dijo Saguiño,” impresionante”. “Cuando nací la homosexualidad estaba prohibida, luego era aceptada pero escondida, luego aceptada y abierta, hoy ni se te ocurra hablar mal de ella!!!…Solo espero morir antes de que sea obligatoria”!!!…