Por. Salvador Hurtado

ASALTO EN EL CENTRO

En plena calle Morelos cerca de la Lázaro Cárdenas, una bicicleta se detuvo a un lado de mí con un brusco frenazo. El asaltante se apeo de ella con pasmosa agilidad y me encañono con un arma, la verdad parecía de imitación pero me atemorice. –Camine pa delante – ordeno, arisco. Tranquilito y caminando despacio, como hacía no mucho había tenido una acalorada discusión con mi mujer, pues mi estado de ánimo no era muy amistoso que digamos:

-Bueno, hombre está bien. Pero me parece infame eso e que lo asalten a uno tan temprano a las cuatro de la tarde y balbucee,- ni se le ocurra lastimarme, para empecer trate de presumir, soy amigo de Mireles, ha oído hablar de el?-. ¿ -que tiene de malo la hora?- gruño quedo el malhechor sin dejar de apuntarme en la cintura-. ¿No le gusta mi cabron? – No es que no me guste ni me disguste, lo que pasa es que yo también ando encabronado y para acabarla me topo con usted, veo que no es mi día, por lo cual me parece no es hora de asaltar y menos a un ciudadano que no va al corriente en su pago de impuestos y desempleado, como la ve?.

– Eso a mi me vale madres may. Yo trabajo a la hora que me da mi chingada gana, así que mas le vale no hacerla de pedo y si lo regaña la ñora de seguro may, usted es un mandilón. Y si usted es amigo del wey ese, yo tengo amigos polis y ellos del gobernador así que no me asusta may.

– Me la mataste – repuse con algo de miedo pero igual de irritado, -No pues sí que esta palanca- repuse con temor e ironía-.Además, no le molesta taparse la cara con esos lentes tan grandes, ni en calarse la cachucha como a la trae, debiera parecer como en las películas de la época de oro del cine nacional, como todo un dandi pues.

Al tipo creo le causo risa seca mientras los peatones y algunos vehículos pasaban por el lugar, sin hacer el menor caso de lo que ocurre a su lado. –Como se ve que usted pertenece a la culera momisa!. ¿A poco quiere un asalto a la antigüita de noche, con antifaz y cachiporra? ¡Esos tiempos ya pasaron hace un chingo may, en la actualidad, el pueblo que son las colonias como a la que pertenezco, tenemos que redoblar esfuerzos para salir de la miseria que nos aqueja.

-Esta bien repetí, me la mataste reconozco- continúe con la plática pues al tipo creo que no le caí tan mal, con cierta temblorína , de gente indiferente que no dejaba de caminar sin voltear-. Pero insisto en que no le veo tanta suerte a que después de todo lo que le comente, para acabarla me quiere usted asaltar¡, no la amuele mi cuate?. –Ya lo sé – replico haciendo un gesto-. Mi mujer también me lo decía cuando aplique la chamba intensiva: “No me gusta que vayas a robar tan temprano. Las vecinas te ven salir y luego empiezan a chismear”. Pero al fin se ha convencido de que no hay otro remedio, si se quiere tener televisión, lavadora, y porque no, poner a los chamacos un día no tan lejano, en escuelas privadas, ya ve may los desmadres que hacen los profes y quieren ganar más y ni enseñan bien.

– Así que usted roba durante muchas horas – le pregunte con falso interés, ´pero con un poco más de confianza. –¨¡Huy may no tiene idea! Más o menos catorce horas diarias. Quitando las que duerme uno y unas dos de la comida, me paso todo el santo día en la calle, haga frio o mal tiempo. Para mí no existe la semana inglesa, jajaja. –¡Que barbaridad! – creo que fui hipocrita, falsamente me compadecí. Ala precio que están los artículos de primera necesidad, y con los chamacos ya en edad escolar may, comprenderá que no tengo ,más remedio.

_ Ya mas en confianza dije ¡Porque no roba usted en un banco o a Funcionarios públicos y privados- Le sugerí,-Así de un solo golpe podrá tener más y trabajar menos y darse un año sabatino como el que me impusieron a mi, pues me corrieron de la chamba.- Si pero interviene la fiscalía y serian un chingo de problemas. En cambio con estos pequeños asaltos individuales y en mi visi.. vea may ni quien se meta conmigo .

-Es verdad le dije mirando a mi alrededor y comprobando que nadie hacia el menor caso al ver que yo estaba siendo asaltado- No me haga perder el tiempo may, quedo y como si fuera un amigo dije,- Mire mi cuate- Lo que siento es que solo traigo un billete de a cincuenta pesos encima y puedes corroborarlo.-Uffff, no le hace. Cincuenta por aquí, cien por allá, veinte en aquella es quina… Al fin de la talacha se junta algo por hoy para ir aguantando.- Bueno, pues aquí tiene mi billete que es lo único- suspire entregándole todo mi capital- Gracias may.

El asaltante tomo el billete y se lo embolso sin desdoblarlo siquiera. Después monto en su birula y se dispuso a dar el primer pedalazo. Pero antes der darlo me miro compasivamente- ¡May trae suelto para la combi-me pregunto-Ni un centavo- le repuse. Voy cerca al cuartel, pensó un segundo el tipo y después saco una moneda de a diez pesos.-Tome may- me dijo-. No me ofrezco a llevarlo en mi bicicleta por lo menos hasta villalongin, porque verda de dios que tengo mucho que hacer. Ya van a dar las cinco y es hora en que sale harta gente de las oficinas a tomarse la primera fría o un cafetacho (me acorde de mi amigo Mario Tzintzun). Con esto de la jornada intensiva, mi mujer me trae de un ala y tengo que rendir mi informe-.Mi atracador se lanzó al torbellino del tráfico y al llegar al jardín de carrillo, le perdí la pista.

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