Por: Salvador Hurtado

LA BUROCRACIA

La burocracia en buena medida está saturada de “servidores públicos” de impostura que por lo general desempeñan tarde y mal sus responsabilidades, y que en ocasiones se refugian en el sarcasmo para justificar sus carencias. En consecuencia el usuario solicitante de servicios debe acostumbrarse a lidiar con los pedantes habituales que adquieren mando y poder gracias al diario ceremonial de alabanzas que recetan a sus superiores.

Sometidos al despiadado ego de muchos de ellos, que además esgrimen argumentos que comunican cierta hostilidad, hasta se divierten con el usuario y éste termina por doblar la espalda y acudir a rezos o maledicencias en voz baja para esperar que medio lo atiendan a uno.

Existen muchos problemas porque los funcionarios no aplican las normas de forma solidaria, es más, lo disfrutan de forma altanera al poner trabas, no a las normas técnicas; ellos dificultan y dilatan los trámites por errores que podrían ser subsanados con buena voluntad en el propio trámite.

Un apellido mal escrito, una “s” por una “z” o una “v” por una “b” o un simple “.” es suficiente para que rechacen y el ciudadano tenga que volver a hacer el trámite desde cero”, sin importar a la burocracia, las urgencias de la gente. ¡Simplemente les vale!

Desde hace años, los gobiernos se comprometieron a descentralizar sus oficinas y agilizar los trámites, una promesa hasta ahora incumplida. Las “colas” son una historia de nunca acabar, por eso el usuario termina acudiendo a tramitadores o coyotes y al final, igual sale engañado, son igual de granujas.

No se trata de una afirmación sin fundamento, porque sabemos que en muchas ocasiones “el mal servicio” en los diferentes tramites busca fines inconfesables.

En la burocracia se ha llevado a cabo un matrimonio entre la ineptitud y el despotismo, este último ínsito a nuestra condición humana; “dale poder sobre otros a un ser humano y conocerás su verdadera naturaleza”.

No es asunto menor este cáncer que se padece, lo peor, de manera general en los tres niveles de gobierno de todo el estado; si los sociólogos, psicólogos, economistas, analistas del comportamiento humano afirman que el ser humano de este siglo XXI camina hacia cambios drásticos en diferentes comportamientos y culturas, bueno sería que la burocracia se propusiera dar un servicio de calidez y tolerancia, sabiendo que el buen trato y las relaciones cordiales oxigenan la vida de ambos.

Habrá que dejar de lado esa patológica aberración de monopolizar la razón y el poder, dando en cambio razones para que los burócratas no sientan vergüenza de llamarse así.

Recuerden: “funcionarismo” de funcionar. Pero sobre todo, que el pueblo como contribuyente: es quien cubre su salario para la manutención familiar