Por Daniel Ambriz Mendoza
Una parte de mi verdadero temor producto de la aparición y propagación global del Covid-19 se ha estado confirmando, me refiero a las compras exageradas producto del pánico, estamos siendo presas de nuestro propio miedo y eso es muy peligroso porque si el virus no nos causa un daño considerable, un desabasto de alimentos y productos de primera necesidad sí no puede meter en serias dificultades, principalmente a la población más vulnerable: niños y ancianos, a los que podemos llevar a un escenario desagradable producto de nuestro miedo, de nuestra inconciencia y de nuestro egoísmo.
Indudablemente que para que un fenómeno de desabasto por compras exageradas se dé tiene que ver con la escasa cultura y el nivel educativo de la población. Sociedades como la alemana que está siendo seriamente golpeada por la pandemia del Covid-19, han tenido un comportamiento ejemplar, se observa orden producto de la cultura y el nivel educativo de sus habitantes; las compras que hacen son racionales, no se observan aglomeraciones, respetan las indicaciones de las autoridades de salud y su gobierno está implementando las medidas preventivas pertinentes. En Italia y España han tenido que implementar medidas drásticas como las multas a quienes se observan en las calles contraviniendo las indicaciones de permanecer en sus casas mientras pasa el periodo de contingencia, estos países no atendieron a tiempo el llamado de las autoridades sanitarias y el problema se les vino encima al encabezar las listas de países europeos infectados por el virus.
La sociedad mexicana debemos aprender en cabeza ajena, es importante levantar la mira y ver lo que está pasando en el mundo para repetir esquemas eficientes como el de Alemania e incluso el de China donde inició el problema pero que han tenido una actuación médica y organizativa sobresaliente para contener el virus; por otra parte, evitar los malos ejemplos de seguimiento como el de Italia con la finalidad de no meternos en un callejón sin salida.
En particular tuve que dar una vuelta a una tienda de conveniencia en Morelia, de esas que trabajan a través de membresías y me quedé atónito al ver el número de gente comprando de manera exagerada, principalmente se observaba en los carritos que se utilizan para llevar las compras, papel higiénico, cloro, otros productos para la limpieza, pero en forma exagerada, eran cerros de papel, las filas a la hora de pagar eran enormes y los anaqueles estaban comenzando a quedar vacíos. Más que el virus el problema lo constituimos nosotros mismos al permitir ser presa de nuestros propios miedos.
Pero, ¿Por qué comprar papel higiénico en exceso? Aunado a la escasa cultura, la psicología juega también un papel preponderante, es aquí donde entra el síndrome de FOMO (Fear of Missing Out) por sus siglas en inglés, el que se define como el temor a dejar pasar o a perder algo. Una especialista en el tema que vi en televisión explicaba que como los paquetes de papel higiénico ocupan un gran espacio en las tiendas atraen por su volumen a quienes son víctimas del miedo en el afán de llenar su espacio interior que se encuentra vacío, pero, por otro lado, influye el deseo de ser parte de algo, hacerse sentir de alguna manera, algo así como si los demás compran yo también debo hacerlo. Para evitar ser presa de este síndrome que lleva a comprar y acumular sin sentido se debe ejercitar el cerebro continuamente, la gimnasia cerebral permanente puede ayudar a resolver el problema.
No ayudamos a las autoridades sanitarias si no respetamos las indicaciones y los protocolos, hagámoslo, esta nueva cepa del virus de referencia se combate más con inteligencia, disciplina y orden que con medicamentos, porque sencillamente no los hay. Evitemos ser presa del pánico y no compremos productos de manera exagerada, finalmente la etapa crítica del virus pasará y nos quedaremos con el montón de productos que compramos producto del miedo. En la medida en que enfrentemos nuestros propios temores y los venzamos saldremos adelante y al hacerlo ayudaremos a quienes nos rodean.