Escribe: Javier Lozano
Quizá el máximo exponente de nuestro país tenga arraigo en el Futbol— como uno de los deportes más apasionante y vibrantes que tiene una trayectoria histórica; ahí, hemos visto desfilar jugadores de la talla Jorge Campos, Carlos Hermosillo, Hugo Sánchez, Jorge Negrete entre otros.
Evidentemente, esa disciplina tiene que poseer una mezcla de elementos a fortalecer esa capacidad que se requiere a fin de sobresalir; entre ellos, la técnica, la resistencia física y una táctica estrategia para lograr la cooperación y el ejercicio colectivo como un elemento común. No todos la tienen; muchos se lo merecen, otros no. Ha quedado demostrado que en el deporte, también el clientelismo y las prebendas son un tema latente; de ninguno estoy completamente seguro, porque no hay evidencias que lo prueben; pero hay razones suficientes en dirección a sospechar de varios debuts de jugadores que se convierten en un fiasco— ya que encuentran una salida rápida de acomodo.
En lo personal, tengo afinidad con el futbol, aunque quizá no con esa efervescencia de la adolescencia. Sin embargo, respeto mucho a los que se identifican con esa pasión que a veces de desborda innecesariamente. Pero, el punto central de estos fragmentos, es supuestamente la “facinante” critica que lanzó Javier el Chicharito Hernández, en una entrevista con el periodista detractor de Andrés Manuel López Obrador, Jorge Ramos
Con “AMLO vamos para atrás”. ¡Solo faltaba tu “reflexivo análisis Javier”!, para darnos cuenta qué en tus manos, por mucho tiempo tuviste la oportunidad y la responsabilidad como mexicano de alzar la voz; y más, porque en teoría eres un referente del futbol de nuestro país. Si, quizá hay problemas que el mismo presidente ha dicho que son inocultables, el país fue entregado en pedazos; pero nade de eso, justifica que el “Chicharito”, desde la comodidad y el confort, lance y arremeta de esa forma. Hay que recordarle al “goleador” que durante décadas, las inconsistencias, y los índices de corrupción escalaban a niveles desorbitantes. Acaso Hernández a la hora que posaba con esmoquin al lado del expresidente Enrique Peña Nieto, ignoraba que las instituciones del sistema estaban podridas y constituían un lastre que parecía irremediable. Esa devastación ¡Javier!, fue el camino que aceptaron miles de mexicanos cuando una operación propagandística impuso la imagen de EPN. No vi, ni escuche, ningún pronunciamiento ¡tuyo!; jamás te vi cruzar el puente de la empatía en aquellas acciones como el caso Ayotzinapa; los gasolinazos a mansalva fueron una afrenta; ah, también las excentricidades de la gaviota y la familia presidencial.
Y ¿la casa blanca? Fue penoso ¿verdad? Y ¿Cuál fue tu concepción del caso ODEBRECHT?
Ah, también se disparó el precio de los hidrocarburos; nunca miré una camiseta tuya decir “basta”. Igualmente, en las manifestaciones se coartaba el derecho de disentir; ¡creo yo!, que estuviste ausente todo el tiempo. ¡En lo absoluto percibí tu tristeza en esos temas!
Quizá lo triunfos o su carrera como futbolista, no sean mi terreno para analizarlo. La disyuntiva, está centrada en esa entrevista que derivó sorpresivamente un elemento que explica que el Chicharito: sufrió de una amnesia de percepción desigual. Por ello, por ningún motivo podemos censurar el derecho que manifiesta cualquier ciudadano de opinar, al contrario, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador existe la pluralidad como un eje primordial de la soberanía.
Chicharito no logró permear; más bien, esa señal es el catalogo rutinario que se ha convertido en un mecanismo inefectivo a desequilibrar la cuarta transformación—que ha desquebrajado el esquema clientelar y corrupto que fue retratado durante décadas. Y ¿dónde estaba chicharito para denunciar los casos tan cuestionados? Jugando y posando a espaldas de la indiferencia.
Sí, es su punto de vista; es respetable. Pero, durante décadas, el silencio fue socavado por un motor anecdotario repletó de lujos, frivolidades y excentricidades de una clase opulenta y clasista. Y ¿tu? ¡Hubiera sido bueno conocer tu concepción!