Por Jesús Reyna García
Morelia, Mich .-Por una decisión política, determinada por no coincidir, ni aceptar posturas y decisiones del gobierno federal, en abril de 2014 fui privado de mi libertad sin sustento legal. En ese entonces, dirigentes de autodefensas dijeron públicamente “ese es un acuerdo político que teníamos con el comisionado”, porque Jesús Reyna no nos quiso reconocer como autodefensas. Hace poco más de tres años fui puesto en libertad, después de casi cinco en prisión. La Procuraduría General de la República, ya sin el interés político peñista, se desistió “por falta de pruebas y para no afectar mis derechos humanos.”
Poco después de obtener la libertad dije y lo reitero ahora: invito a quien tenga datos ciertos para acusarme de conductas indebidas, lo haga, pues a ello debo de responder.
También dije que los odios y rencores se habían quedado en donde estuve preso, pues de otro modo estaría sometido y determinado por ellos el resto de mi vida.
Termine diciendo:
Cuarenta años de servicio público, son los que llevo, NO HE COMETIDO DELITO ALGUNO, NO HAY PERSONA QUE VÁLIDAMENTE PUEDA SEÑALARME ASOCIADO A UN HECHO DE CORRUPCIÓN; EN EL ANONIMATO SE PUEDEN DECIR MUCHAS COSAS, A LA LUZ DEL SOL, LAS MENTIRAS BRILLAN. YO IRÉ CON LA CARA EN ALTO, LA MIRADA A LOS OJOS DE QUIEN SEA.
SALÍ A LA CALLE CON UN DESEO ACARICIADO TODOS ESTOS AÑOS, DECIR LA VERDAD, EXPONERME A LA LUZ PÚBLICA, AL SEÑALAMIENTO SERIO QUE HAYA, A LA ACUSACIÓN CIERTA QUE SE ME HAGA; PORQUE QUIERO LA LIBERTAD PARA MIS HIJOS Y LOS HIJOS DE ELLOS. PORQUE QUIERO LLORAR POR LA HIJA QUE YA NO TENGO, POR LOS DÍAS, LAS SEMANAS, LOS MESES, LOS AÑOS DE CONVIVENCIA QUE NOS ROBARON.
He querido puntualizar lo anterior, ahora que La Voz de Michoacán me permite retomar mi participación en este diario, lo que agradezco a sus directivos; será una aportación de vivencias y otra de opinión.
Y entonces a decir con verdad, empecemos:
El principal problema que tuvo la administración de Enrique Peña Nieto fue la confrontación de dos grupos en su gabinete; uno encabezado por Luis Videgaray y otro por Osorio Chong.
Osorio Chong y el gabinete de seguridad aceptaron una propuesta del gobierno michoacano, el eje principal era que la Policía Federal sustituyera totalmente a la policía municipal en 25 municipios. Los municipios, al no pagar nómina de policía, tendrían recursos para liquidar a sus ex policías y se iniciaría de inmediato un proceso de reclutamiento, selección y capacitación para generar nuevos cuerpos policiacos municipales.
El 13 de enero de 2014, en palacio de gobierno en Morelia, se dio a conocer el plan; estuvo el Secretario de la Defensa, el de Marina, el Procurador de la República, el Director del CISEN, y el Secretario de Gobernación quien dio a conocer el compromiso.
Al día siguiente por la noche, sin enterarlo del motivo, el gobernador fue citado para el siguiente día (15) a la Secretaría de Gobernación. Al llegar, le informaron que el presidente Peña había decidido nombrar un comisionado en el estado y él debía estar presente en el anuncio y presentación; no se le permitió opinar y tampoco que hiciera uso de la palabra en ese evento. Así que el gobernador no propuso que hubiera un comisionado en el estado, lo impuso el Gobierno Federal de manera determinante.
Dos días después se dio un vuelco a la estrategia de seguridad convenida para Michoacán. Seguramente querían ensayar en el estado lo de autodefensas (un poco de Colombia), para después replicarlo en otros estados.
Se designó Comisionado a un viejo policía, con lealtades bien establecidas, Alfredo Castillo Cervantes, quien veinticuatro horas después del anuncio, estaba recorriendo victoriosamente el Palacio de Gobierno en Morelia.
Al día siguiente fui convocado por el Gobernador Fausto Vallejo a Casa de Gobierno; se encontraba el Comisionado, me pidió que le acompañara a una Rueda de Prensa donde estaría el comisionado y se anunciarían los cambios del Procurador, Secretario de Seguridad y del Consejo Estatal de Seguridad; pregunté si estaban informados los que salían, particularmente el General Baca, Secretario de Seguridad propuesto por el Secretario de la Defensa. Quien contestó mi pregunta fue el comisionado, quien dijo que no, pero que no importaba, el Gobernador confirmó la decisión, ninguno fue informado de su despido. Así, impositivamente inició sus actividades Alfredo Castillo. Ahí se dio el, aunque suave, primer diferendo del que escribe con el Comisionado.
Pocos días después, en una reunión en la zona militar de Apatzingán, con altos mandos del Ejército, la Marina, la PGR, el CISEN y el Sistema Nacional de Seguridad, el Comisionado comentó la decisión de reunirse con los autodefensas y esbozó parte de la estrategia a ensayar; ya que habían tomado la determinación, dejar que ellos combatieran a la delincuencia organizada, expresamente a la Familia Michoacana o Caballeros Templarios.
Yo expresé mi punto de vista, rechazando que el gobierno federal (el Comisionado) se reuniera con los grupos armados, autodefensas, pues era una capitulación del Estado Mexicano, ante un grupo que en los hechos se levantaba en armas en contra de las instituciones, y sostuve que la seguridad pública era una responsabilidad que debía de cumplir el Estado; consecuentemente, eso demostraría una pérdida de las instituciones y su incapacidad para cumplir sus funciones de gobernar.
Obtuve del Comisionado una respuesta dura, cargada de enojo, y reiterando su postura.
Únicamente el Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública manifestó que coincidía con lo que yo había expresado.
Buscando mejorar la relación, le pedí al Comisionado una reunión, estuve con él para distensionar la relación y ahí conocí lo procaz que era, y el despotismo con su gente.
Después vino un fuerte reclamo que hizo al Gobernador porque, a mi propuesta, habíamos designado un Comisionado del Gobierno Estatal en la tierra caliente, lo que sentía como competencia. (continuaremos).