¿Se perdona el éxito?  
Por: Lilia Cisneros Luján

8 DE AGOSTO DEL 2018

Sobre todo juzgando a los mexicanos, se dice que somos particularmente intolerantes con el éxito ajeno y dependiendo del ámbito que tomemos de ejemplo todo parece confirmarlo. ¿Conoces a algún destacado profesionista, al que le insisten en afiliarse a un club de servicio –rotarios, leones, comité vecinal, asociación de padres, voluntarios de una fundación etc.- y luego de empujarlo a la presidencia del mismo terminan criticándolo?

Por supuesto existen organizaciones carentes de enjuiciamientos; aunque este fenómeno casi siempre se da cuando hay ausencia de libertad de expresión. De un jefe se dice poco si lo que campea en el ambiente es el temor o los grupos interesados en la obtención de canonjías. Opinar acerca de los errores del líder, no es malo si las objeciones son hechas de manera constructiva, pues las diferencias de opinión cuando se manejan adecuadamente se convierten en crecimiento grupal, lo mismo si se trata de una colonia, una fundación de servicio o una nación. Por supuesto si la oposición es continua y por la mayoría de los integrantes del grupo lo que denota es por principio de cuentas la ausencia de madurez de todos, las pocas habilidades de liderazgo del puntero y la innegable presencia de un competidor que alienta la réplica pública, lo cual difícilmente se hace con una intencionalidad sana.

Lo ocurrido en nuestro país con motivo de la contienda electoral, es un buen campo para corroborar que el éxito está lleno de obstáculos y quizá el mayor sea la envidia que da lugar a pena ajena, ataques virulentos y en casos demasiado patológicos hasta el homicidio como ocurrió con Luis Donaldo Colosio cuya memoria según el dicho de AMLO será honrada ahora que el ex priísta deberá responder a las demandas populares. Juanito es la prueba fehaciente de que la confrontación estará presente, los críticos de Manuel Bartlett en el plano de su subconsciente están felices de contar con un motivo de juicio y, depende del propio sujeto de todos los juicios que habrán de expresarse los próximo seis años, el resultado de un muy alto porcentaje de negativos, frente a un escaso de positivos arrojados en las encuestas de opinión pública. ¿Le sacará provecho el presidente electo a los señalamientos con valoración negativa?

La tierra seguirá dando vueltas mientras los “perdedores” se convierten en expertos analíticos de los mercados de opinión pública dispuestos a indagar, si quien nos dirige, es bisexual, se morirá pronto como resultado de su cáncer, vive una crisis matrimonial o simplemente disfrutará de los millones que atesoró como resultado de sus acciones corruptas. ¿Por qué el alto cúmulo de negativos y aun los presuntos atentados no han logrado quitar de la presidencia a Nicolás Maduro? ¿De que han servido los mundiales pareceres negativos hacia un empresario de bienes raíces que en la presidencia de los Estados Unidos dedica buena parte de su tiempo a jugar golf?

Tanto en el ámbito de la próxima recepción de la banda presidencial en México, como en las elecciones intermedias de noviembre en nuestro vecino del norte, los sondeos y las encuestas serán los temas para distraernos de una realidad derivada del desempleo de la población económicamente activa, la marginación de los “adultos en plenitud”, el crecimiento del comercio internacional de armas, drogas –incluidas las “legales”- y personas.  ¿Será el simple rigor metodológico el factor de credibilidad de los resultados de las próximas encuestas? ¿Se dimensionarán las consideraciones o reparos de las amas de casa, los estudiantes o los desempleados que deambulan en los parques cuya opinión se pide expresar frente a un micrófono? ¿Cuál será el margen de diferencia si las preguntas son hechas en verano o en invierno?

Los antaño detractores del TLC, hoy son furibundos defensores de este convenio para comerciar bienes y servicios al por mayor entre los consumidores de toda una región que incluye a México ¿De verdad podrán homologarse los sueldos que pagan las armadoras de coches allá y acá? ¿Regresarán los jornaleros agrícolas con status de ilegalidad a sembrar en nuestras tierras? ¿Se acabarán las inundaciones en ciudades cuyo desarrollo urbanístico fue hecho sin pies ni cabeza? ¿Seguirá el entusiasmo juvenil de hijos de especialistas en alguna rama jurídica o social cuando la naturaleza les haya obligado a crecer?

Lo único cierto es que al igual que la rotación terráquea, la humanidad seguirá en su curso de crecimiento y desarrollo expresando sus valoraciones, que no homogéneas según si quien cuestiona es un medio de comunicación –radio, televisión o Internet- un experto en sondeos y encuestas, o un simple conocido con el cual se coincide en un espacio critico específico.

Frente al galopante crecimiento de la distancia entre ricos y pobres, ante el hambre inexplicable de sociedades que producen con suficiencia pero tiran a la basura lo que les falta a los hambrientos, con el horror de la sangre derramada cada día porque no hay colonias, pueblos o ciudades seguras; el anhelo del éxito del líder debiera ser algo explicable aun cuando no necesariamente factible. El tema de madurez colectiva tendría que partir del autoanálisis, ¿Qué puedo hacer yo desde mi  microscópico rincón de sobrevivencia para que este mundo se cerque más a la idea de armonía, disfrute de la vida y felicidad colectiva? ¿Si todos coincidimos en este pensamiento podrá entonces el exitoso líder poner en práctica sus objetivos y metas? ¿Dejaremos de criticar al líder como reacción defensiva o justificativa de lo mismo que cada uno no ha logrado?